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sábado, 1 de mayo de 2021

El 29 de abril se celebra el día del árbol. Pasa desapercibido para la mayoría de las personas, a pesar de existir un adagio popular según el cual se deben tener como metas de vida tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol. Somos poco conscientes de la importancia de los bosques para la calidad de vida. Los vemos como parte del “paisaje”, sin tener en cuenta la relevancia que tienen estos elementos de la naturaleza, en la oferta de servicios ecosistémicos y, por ende, en el bienestar de todos. Cabe mencionar además que los bosques son hábitat para otras especies que están también amenazadas.

Aún cuando existe una amplia regulación relacionada con el aprovechamiento de los recursos forestales, la verdad son muy pocas las personas en el país, que cumplen con ella. Valga reiterar algo que he manifestado en escritos anteriores y es la dificultad que se tiene para garantizar el uso sostenible de los recursos naturales, cuando tan pocas actividades económicas están sujetas a licenciamiento ambiental y a obtener permisos, licencias y concesiones ambientales. Hay una concentración en pocas actividades, a quienes se les exige cumplir con toda la regulación, mientras otras están exentas de hacerlo. Cuando se tiene un universo grande usuarios y solo un porcentaje bajo de ellos está obligado a obtener autorizaciones y además, de ese grupo algunos no lo hacen, la efectividad de las políticas públicas y la regulación resulta muy baja. Son verdaderos pañitos de agua tibia.

El Gobierno Nacional promovió la expedición del Documento Conpes 4021 de diciembre de 2020, que fija como meta, cero deforestación neta en 2030, dando así un lapso de 10 años para parar la deforestación que sufre el país. Es una meta ambiciosa, pero que debería lograrse, si se quiere parar la tragedia ambiental que está sucediendo ahora mismo. Todas las regiones la sufren, pero es especialmente dolorosa, en la Amazonía. En reciente reportaje periodístico el presidente de Fedegan denunció que la ganadería ilegal está acabando con los bosques de la Amazonía, de la mano de la corrupción que la protege. En su opinión los negocios ilegales en el país se entrelazan y los dineros mal habidos están ahora generando una economía clandestina que afecta ese sector, con la llegada de animales a través de la frontera, que van a ocupar las tierras deforestadas.

Tenemos claramente graves problemas de ilegalidad e informalidad en la mayoría de los sectores económicos y no es posible lograr las metas fijadas sobre conservación, ejerciendo la fiscalización y vigilancia únicamente sobre quienes ejercen sus negocios en la legalidad y tramitan sus licencias y permisos.

La nueva política habla de pilares: (i) Integrar estrategias de aprovechamiento sostenible de los bosques para mejorar la calidad de vida y la economía local de las comunidades (ii) articular acciones transectoriales que permitan el trabajo conjunto del Gobierno para gestionar los bosques y atender los conflictos territoriales (iii) promover estrategias de prevención y control territorial para reducir las dinámicas ilegales y (iv) fortalecer la gestión de la información para la toma de decisiones. No es la primera política en materia de bosques, ya habíamos tenido un Conpes 2834 en 1996 sobre política de bosques y un Conpes 3125 en 2000 sobre Estrategia Nacional para la Consolidación del Plan Nacional de Desarrollo Forestal. Tal vez la novedad de este, es enfocarse en la problemática de la deforestación, en un actuar coordinado del Estado y vinculación del territorio en el control. Confiamos en que tenga mejores resultados que los anteriores con sus metas, porque de ello depende que no perdamos la riqueza de la Amazonía, entre otras.