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lunes, 13 de abril de 2020

Para nadie es un secreto que la economía de los clubes profesionales del fútbol colombiano es frágil, por utilizar un término generoso. Unos pocos tienen una buena masa de seguidores que pagan cada quince días la boleta, algunos tienen patrocinios interesantes y la gestión comercial de la gran mayoría es nula, el dinero de televisión es poco y mal repartido así que un parón como el que estamos atravesando a muchas instituciones las pone ad portas de la quiebra.

Retornar a la normalidad implicará para los equipos volver a pagar salarios altos, abrir estadios, pagar logística y vivir de lo poco que se recibirá por televisión, no creo que alguien vaya a comprar canales premium de televisión o vaya a estadios incómodos e inseguros más aún cuando en Europa se jugarán torneos a altas velocidades con mucho que decidir. La única salvación para los clubes será transferir un jugador y recibir por la operación una suma interesante de dinero.

Seguramente no ocurrirá pero muchos equipos deberían desaparecer, el negocio no es viable pero como siempre se las arreglarán para seguir en un mar de mediocridad. No por tener tantos equipos el torneo será atractivo. Los equipos nómadas de la primera B no le aportan nada al fútbol colombiano, son más los escándalos de sus dirigentes que los jugadores o técnicos que de allí han salido a nutrir equipos de primera división en Colombia o fuera del país.

Si todo esto es cierto ¿cómo pretenden obligar a los clubes a tener un equipo profesional femenino?, soy un convencido del fútbol femenino, pero en estos momentos la supervivencia de los clubes exige dejar a un lado aquellas actividades que no generan ingresos. No hay torneo profesional de mujeres, Dimayor nunca definió fechas y dinámica del campeonato, difícilmente lo hará ahora, y los clubes no pueden esperar con los brazos cruzados y pagar plantillas, así sean infinitamente inferiores a las masculinas a que el organizador decida algo. Es doloroso, pero la falta de interés del fútbol femenino en Federación Colombiana de Fútbol y Dimayor se traslada a los equipos que, repito, por supervivencia no pueden asumir estos costos.

Vivo con una laboralista y la situación de compañías de toda talla es dramática, se despiden personas, se suspenden contratos de trabajo, en muchos casos se sugiere cerrar líneas de negocios o finalmente acabar con la compañía. Estamos realmente en economía supervivencia.

El estado, la vicepresidenta, los hinchas apoyan el fútbol femenino, como dice Melendi, “mientras no cueste trabajo”. Los clubes no pueden soportar solos esta carga, sobre todo cuando no se ve en el horizonte cercano un campeonato medianamente decente, vienen eliminatorias para el próximo mundial, dos campeonatos profesionales masculinos, copas internacionales y un semestre cargado de deporte de toda índole donde no creo que quepa un torneo mal organizado por Dimayor para cumplir.

No he visto una sola propuesta, que no quiere decir que no haya, para realizar un campeonato profesional de fútbol femenino que sea agradable y económicamente viable. Nos quejamos y hablamos mal de los clubes pero hasta que no haya una solución sensata a este problema, los equipos le harán el quite como sea a tener mujeres entrenando y recibiendo salarios. Por disposiciones Conmebol algunos deberán mantener una plantilla, sin que esto implique un compromiso real con el fútbol femenino.

He oído por todos lados que al terminar esta pandemia seremos diferentes, espero que ocurra así en el fútbol.