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martes, 17 de agosto de 2021

Las transferencias internacionales son el mejor negocio del fútbol, salvo la venta de derechos audiovisuales con ningún otro negocio se saca más dinero que al momento de transferir un jugador. Siempre me ha parecido un esquema absurdo que enriquece a terceros a costa de la habilidad de los jugadores de fútbol que reciben muy poco de lo que se paga en la transferencia. Por ejemplo, el Barcelona FC recibió 222 millones de euros por la transferencia de Neymar Jr. (en este caso el pago de la cláusula de rescisión) de los cuales nada fue al bolsillo del jugador. Me llama la atención que ni Fifpro ni los sindicatos o como se llamen nacionales hablen y critiquen el sistema que gracias a sus jugadores afiliados enriquece a manos llenas a personas que no hacen nada para mejorar al fútbol.

El sistema, pocas veces criticado permite que de un día para otro un jugador “valga más”. No conozco otra relación laboral donde el trabajador deba pagar, a título de indemnización, más de 1.000 veces el salario recibido mensualmente. Lo que más me llama la atención es que a nadie del fútbol ni fuera del fútbol le aterre esta situación. Los hinchas, los dirigentes y hasta los futbolistas, es entendible, pero que grandes juristas no lo cuestionen, repito, me llama la atención.

Pues bien, el Paris Saint Germain, a pesar de sus enormes cantidades de dinero se dio cuenta que sin hacer trampa podía eludir ese esquema y conseguir los mejores jugadores a precio cero. Messi, Donnarumma, Ramos y Wijnaldum llegaron al club de París sin necesidad de pagar sumas astronómicas a sus antiguos clubes, no renovaron el contrato con su club empleador. Los jugadores tienen mucho que ver en esta situación pues se dieron cuenta, finalmente, que la parte débil de los contratos de trabajo en el caso de las grandes estrellas es el equipo empleador que muchas veces empeña el futuro financiero del equipo por los caprichos de los jugadores.
Los deportes americanos hace mucho tiempo terminaron con este sistema, no se puede decir que tienen libertad absoluta de cambiar de equipo, pero al menos la mayoría del dinero de una transferencia va a engordar sus contratos de trabajo. Hace casi 50 años, en 1969, el beisbolista Curt Flood desafió el sistema de transferencias, si bien, a diferencia de Bosman perdió la demanda ante la Corte Suprema americana, en poco tiempo las transferencias basadas en la cláusula de reserva (derecho de retención de los jugadores por parte del club empleador) dejaron de ser utilizadas y el modelo cambió. Es un llamado de atención a los jugadores que deben entender que son quienes deberían mandar en sus contratos de trabajo, a los clubes a gestionar de manera inteligente sus equipos y las políticas de incorporación de los nuevos jugadores y a las organizaciones a pensar en un sistema de transferencias diferente.

La información del fútbol no es difícil de conseguir, Europa, sus organizaciones y equipos son mucho más transparentes que lo que son las sudamericanas, sin embargo, es perfectamente posible para un club hacer un esquema similar al del PSG.

Con programas de control financiero, es necesario empezar a mirar que no solo con chequera se hace un club ganador. Se requiere inteligencia y sobre todo sentido de la oportunidad al aprovechar imperfecciones del mercado, si es que se puede considerar una imperfección que los contratos terminen por vencimiento del plazo. Ojalá sea una nueva moda seguida por otros clubes y se contraten jugadores en vez de comprarlos.