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lunes, 3 de agosto de 2020

No se trata de una materia que se empieza a dictar esta semana en alguna facultad, es más bien una crónica de lo que ocurre cuando la pelota no rueda y todos los malos manejos de los dirigentes no se pueden ocultar. Vamos de arriba hacia abajo.

El primer caso es el inicio de un proceso penal en Suiza al presidente de Fifa Monsieur Gianni Infantino, procesado por haberse reunido con el fiscal que llevó, en su momento el llamado Fifa Gate y realizar actividades que presuntamente delictivas.

Siguiendo a nivel campeonatos importantes está la tragedia, o comedia, por la que está atravesando el fútbol profesional español debido al manejo irregular de un partido muy importante para el descenso, entre Deportivo La Coruña y Fuenlabrada. Todo tiene un mal olor a tráfico de influencias pues el hijo del presidente de la liga es el asesor del Fuenlabrada.

Del otro lado, en México los directivos de Cruz Azul están siendo investigados por lavado de activos y se amenaza con desafiliar a tan tradicional equipo, incluso el presidente del Club ya tiene orden de captura.

Por acá, la Federación Colombiana de Fútbol y sus dirigentes están inmersos en procesos administrativos, con eventuales ramificaciones penales, por el mal manejo dado a la boletería para la eliminatoria al Mundial de 2018.

Siguiendo con los clubes, la semana pasada el Ministerio del Deporte suspendió el reconocimiento Deportivo del Cúcuta y un juez embargó al Deportivo Pasto, por deudas laborales.

La dinámica en todos los casos es la misma, Fifa, Federaciones o clubes y sus dirigentes, se siente intocables frente a la justicia. Esta conducta ha sido heredada de los más oscuros tiempos de Havelange y Grondona donde cualquier atisbo de acudir a un juez era castigado severamente. Los procesos penales que siguen su curso en las cortes americanas tienen presos a muchos de los dirigentes de esos tiempos, pero parecería que la sensación de invulnerabilidad persiste.

¿Cuándo se dieron cuenta los dirigentes que salvo una fiscal americana ignorante de este deporte, ningún juez o autoridad los puede tocar? o ¿por qué existe esta percepción en muchos dirigentes? No lo entiendo, pero a medida que la pandemia retrasa la iniciación de los campeonatos, las miserias de los equipos se hacen más notorias y al no haber partidos se hace imposible tapar las actuaciones indeseables de sus administradores.

El fútbol lo tapa todo, dos campeonatos mundiales de mayores permitieron a los argentinos tener que soportar un personaje más parecido a un mafioso que a un dirigente. En España el triunfo en Sudáfrica ayudó a un exfutbolista a manejar a su antojo la federación y enchufar a su hijo en todo el continente americano.

Aparecen códigos de ética, documentos para prevenir el lavado de activos, largas cartillas sobre manejo adecuado de recursos, pero nada parece cambiar. Las autoridades, como la Superintendencia de Industria y Comercio y el Ministerio del Deporte, entienden que no se puede continuar cohonestando con estas conductas y parecería que Fifa ya no está dispuesta a arropar a dirigentes opacos.

Es el momento en para que el fútbol se ajuste a derecho, cumpla con sus obligaciones tributarias y laborales y demás deudas que adquiere con otros clubes, porque para nadie es en secreto que lograr el pago de transferencias, derechos de formación y solidaridad es una travesía. De esta forma, por fin se podrá evitar que el fútbol siga empapado de escándalos por fuera de las canchas, que sigan opacando al deporte.