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martes, 18 de mayo de 2021

No se si la pandemia, el encierro, la falta de recursos económicos o vaya uno a saber qué, esta haciendo que el fútbol en nuestro país se este convirtiendo en un espectáculo lamentable. Problemas antiguos como el del Cúcuta que sigue latente y que se está volviendo un pulso entre el supuesto dueño, las autoridades, la DIMAYOR y la ciudad, representada en su alcalde y varios hinchas. A esos se unen varios nuevos que con la aparición de las protestas están haciendo que el campeonato local se vea en peligro evidente de no concluir.

Un nuevo actor a esta comedia absurda apareció hace unos pocos días, la Confederación Sudamericana de Fútbol, CONMEBOL que organiza los torneos continentales y que con una soberbia o terquedad supina ha hecho jugar partidos donde era prácticamente inviable realizarlos. Se jugaron si, pero el desarrollo de estos no tenía nada que ver con lo que para la mayoría de las personas significa un partido. El slogan era y sigue siendo “se juega porque se juega”. Jugadores llorando, no por un marcador abultado, una eliminación o cualquiera de las cosas que nos hace llorar el fútbol. No, el llanto se debía a los gases lacrimógenos que alrededor de los estadios son utilizados. Un minuto de silencio que se interrumpe por detonaciones de vaya uno a saber qué. Equipos que no pueden salir del hotel.

Finalmente, se insiste en programar una Copa América en territorio colombiano a pesar de las súplicas de muchos para que no se organice por razones evidentes. Nuevamente la respuesta es “la Copa América va porque va”

Pandemia y orden público en Colombia han modificado la cotidianidad, situaciones que no le son ajenas al fútbol. Los reglamentos del fútbol, redactados para situaciones normales o al menos no tan conflictivas como las actuales no contemplan nada de lo que actualmente ocurre. En general las situaciones complejas desbordan las actuaciones de los dirigentes.

Si no hay reglamentos, ¿qué hacer? Tal vez lo más difícil. Sentido común.

No tiene ningún sentido poner a jugar a los futbolistas en medio de una nube de gases lacrimógenos o hacerlos acudir a un partido luego de dormir de manera bastante incómoda en un avión. Entiendo que hay obligaciones comerciales y contratos que cumplir, pero la fuerza mayor generalmente es un eximente de responsabilidad y la protección de los deportistas también puede ser utilizada para evitar cumplir estos compromisos.

Parece que en Colombia están empeñados, gobierno, Federación Colombiana de Fútbol y CONMEBOL en organizar la Copa América a como dé lugar. Tengo mis dudas. No creo que los clubes profesionales de los diferentes equipos estén de acuerdo en exponer a sus estrellas, personas a las que le pagan salarios altísimos, en situaciones de orden público como las observadas la semana pasada. Tampoco creo que las propias federaciones sudamericanas estén dispuestas a desplazar a sus equipos y delegaciones a lugares donde difícilmente podrán salir del hotel y donde los desplazamientos serán realizados con un dispositivo de seguridad digno del presidente de Estados Unidos. Podrá CONMEBOL sancionar, pero, ya es suficientemente conocido, que el Tribunal Arbitral del Deporte es una buena forma de defensa y como ocurrió con Alianza Lima en Perú, los fallos o mal planteados o sanciones absurdas se caerán.

Esperemos que en Colombia impere el sentido común. El fútbol como se jugó la semana pasada no tiene sentido y creería que nada va a cambiar a corto plazo. Desafortunadamente, el sentido común es el menos común de los sentidos