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viernes, 28 de junio de 2019

Entrada en vigencia la vacancia judicial y sumada a la interminable vacancia presidencial, varios representantes de la política nacional deciden organizar un parrandón sin posibilidad de VAR, para celebrar las incesantes gestiones del mesurado fracking exprés a la corrupción nacional, tan de moda por estos últimos 200 años de patéticos actores electorales.
Cada botella destapada deja un ahíto de corrupción en las sílabas de los gritos de júbilo “viva el glorioso partido liberal”, cuyo mérito más trascendental en los últimos meses es haber traicionado al mejor candidato presidencial para unirse a los que hoy critican, y así de paso en paso, de temporada en temporada irse acoplando a los extremos de una política cuyo único sentido ha sido el de gobernar para los intereses de los amigos. Nada raro que terminen siendo conservadores.
Tan conservadores como cada tuit de nuestra vicepresidenta, cuyas posiciones trascienden los límites de lo impensable y nos pone a soñar con un mundo en donde cada posición del presidente Duque es inmediatamente controvertida por cada posición del candidato Duque, sin duda una fantasía que sólo celebran los asistentes a esta fiesta que alcanzan a entender apenas quienes en bolsas de basura cuentan los billetes para el whisky que empieza a escasear.
Mientras unos asistentes endulzan con su presencia el ágape que parece molestar al señor de los billetes, quien entre dientes aparenta decir “qué irá a pensar Santrich con tanta corruptela por estos lados”, otros van pavoneándose de mesa en mesa, pasando de movimientos ciudadanos, creando partidos con nombre de tomate, fungiendo de liberales, poniendo a su núcleo entre verdes, conservadores y polo, bailando y apoyando al señor de los billetes y ahora con la intención de llegar a la alcaldía de la segunda ciudad más importante del país. La coherencia en marcha.
La fiesta se empieza a calentar cuando pasan la hoja de “la Honorable polla” futbolera y se comienza a sentir que se puede encontrar en cualquier esquina con algún fiscal anticorrupción arrestado por corrupción votando a favor y en contra del mismo equipo al que uno le está haciendo fuerza, tanta como la que le hace Paloma a su presidente eterno, que parece ser quien pone a bailar con la música que quiera a los asistentes de esta estrambótica reunión.
Más de 11,7 millones de personas votaron para que el aquelarre no se hiciera, y menos tomando como excusa lo único que es capaz de disipar la polarización que padecemos. El fútbol, la distracción más loable y peligrosa, aprovechada de forma estratégica para clavarnos otro gol que nos duele más que el que no le pitaron a Yepes, sin duda un VAR que no se disimula ni con las millas recorridas por Duque mientras Marta Lucía lo representa desde la seriedad y sensatez de su cuenta en Twitter.
Como estará de bizarra esta fiesta que no se habla ni de Ordóñez, ni de Santrich, ni de los que ya perdieron su Cabal, el cual entre uno u otro extremo están feriándose la voz de todos los colombianos, que sin distinción, nos hemos convertido en víctimas de lo que definen unos pocos en los pasillos del Congreso, con las cartas tapadas y a ciegas, velando por los intereses de ellos mismos, o peor aún, de quienes tanto daño le han hecho a esta patria que ya está desplumando al propio cóndor de su escudo.