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lunes, 23 de noviembre de 2020

El documental “American Factory” sigue el proceso de reapertura de una fábrica de General Motors en Ohio, la cual fue clausurada durante la crisis de 2008. El nuevo propietario es Fuyao, una empresa china de manufactura de vidrios para vehículos.

Los habitantes de la ciudad de Dayton, con una población de 154.736 (de la cual 70% era población en capacidad de trabajar, es decir 108.315), perdieron más de 10,000 empleos por el cierre de la planta de GM. Es decir, con el cierre de General Motors, 9,23% de la población en capacidad de trabajar en la ciudad perdió su empleo.

Con la llegada de Fuyao, vuelve momentáneamente la esperanza de los habitantes. Sin embargo, a medida que avanza el documental, se evidencia la diferencia de cultura de trabajo de Estados Unidos y China, pues ciudadanos de ambas nacionalidades trabajan conjuntamente en la planta de Ohio.

Los chinos, acostumbrados a trabajar mínimo 12 horas diarias y a descansar 1 día al mes, a estar lejos de sus familias y ver a sus hijos una vez al año, piensan que los gringos son torpes y perezosos. Por su parte, los americanos, ahora ganándose hasta menos de la mitad de lo que devengaban en GM, ven a sus jefes chinos como explotadores y hasta consideran que corren peligro por las condiciones de trabajo de la planta.

Todo lleva a que se haga una consulta interna de trabajadores para decidir si se unen al sindicato de United Automobile Workers, a lo que Cao, propietario chino de Fuyao, contesta: “Si llega un sindicato, cierro la planta”.

Finalmente, pierde la propuesta en favor de unirse al sindicato. 868 votos contra 444. 66% votó no al sindicato.

Una conclusión reveladora que muestra para donde va la realidad laboral en el mundo. Una ciudad que, después de sentir el desempleo masivo en carne propia, prefiere trabajar por la mitad de su antiguo salario y en condiciones potencialmente peligrosas a perder su empleo, muestra que la precarización del empleo es un fenómeno mundial. El hecho de que pase en los Estados Unidos va más allá y demuestra que ni las potencias pueden detener el fenómeno.

Acá nos rasgamos las vestiduras tratando de mantener instituciones legales arcaicas, cerrando los ojos ante lo que es una realidad actual y no un posible futuro. Nos quejamos porque se flexibiliza el derecho laboral sin darnos cuenta de que lo que se hace es insignificante para hacer frente a lo que se viene.

Se tiene que cambiar el perfil de los trabajadores colombianos, con educación y capacitación en las áreas en donde habrá oportunidades globales, no nacionales. Si no hacemos esto de manera determinante, la competencia será con actores que saben más, trabajan más horas y lo hacen por menos.

Dentro de ese panorama, habrá que repensar el derecho laboral colombiano completamente y de manera muy creativa para competir en las condiciones de precarización que se vienen, pues la única manera de competir como estamos actualmente es haciendo caso a Maturana en tanto “Perder (derechos laborales) es ganar un poco (de empleo precario)”.

Ah y ¡la cereza en el pastel! American Factory termina con el señor Cao recorriendo la planta con varios de sus empleados chinos mientras le rinden cuenta:

“Antes había una persona ahí. Ahora no hay nadie. Luego me desharé de cuatro trabajadores aquí. Dos por cada línea. Los brazos mecánicos lo hacen ahora.”

Y en las imágenes, los brazos mecánicos trabajan sin saber el significado de la necesidad.