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miércoles, 21 de febrero de 2018

La actividad de fusiones y adquisiciones de empresas que cotizan en bolsa suele realizarse entre actores con el mismo grado de preparación y sofisticación. Obedecen los mismos estándares en materia de Gobierno Corporativo, reportes financieros, prácticas contables, medición de resultados, etc., lo cual facilita la negociación y cierre de las transacciones.

Esto no ocurre en las empresas medianas, o del “middle market”, como se conoce a aquellas empresas que no están listadas en bolsa y que tienen, para el caso de la Alianza del Pacífico (AP), una facturación superior a los US$10 millones.

Las empresas de este segmento que se preparan adecuadamente pueden ser altamente apetecidas por dos tipos de actores: compradores estratégicos (que forman parte de industrias iguales o similares y necesitan expandirse de forma inorgánica a lo largo de uno o varios mercados de la región) y compradores financieros (principalmente fondos de capital privado que buscan adquirir empresas para maximizar sus indicadores financieros y venderlas en el mediano plazo).

La economía de los países de la Alianza del Pacífico está forjada alrededor de empresas medianas. Usualmente se trata de empresas familiares de primera o segunda generación que muchas veces podrían maximizar los intereses de sus accionistas integrándose con otras empresas o vendiendo su capital accionario para reinvertirlo en otros negocios.

La homologación de prácticas empresariales que está empezando a forjarse en torno a la Alianza del Pacífico (creada por y para los empresarios), está creando un sinnúmero de oportunidades para la consolidación de “Multilatinas del Pacífico”.

Adicionalmente, la disponibilidad de “capital barato” y la dificultad de encontrar altas rentabilidades en los mercados a nivel mundial (los bancos centrales del mundo desarrollado llevan prestando a tasas cercanas a 0% desde la crisis financiera de 2008), ha implicado que en los países de la Alianza del Pacífico tengan sede diferentes fondos globales con apetito por mercados emergentes.

Su único objetivo es comprar empresas con alto potencial de crecimiento (principalmente en este middle market) para posteriormente venderlas, generando una rentabilidad interesante para sus inversionistas (fondos de pensiones, family offices, aseguradoras, etc.).

Las empresas de este segmento suelen no estar preparadas para vender, por lo que se pierden oportunidades que juegan a favor de los intereses de los accionistas.

Prepararse para vender implica, entre muchas otras cosas, el entendimiento milimétrico de su mercado y sus potenciales compradores, la adopción de mecanismos de Gobierno Corporativo que hagan atractivo la entrada de un socio nuevo, la adopción de prácticas a nivel de medición de resultados (principalmente la maximización del Ebitda), que permita a los compradores estructurar operaciones en las que sea fácil adquirir la empresa mediante créditos que se apalanquen en la misma compañía adquirida, la creación de planes de negocios atractivos para los inversionistas, entre otros.

Las empresas que se preparan adecuadamente, pueden volverse en actores tan importantes en el mercado, que les es posible realizar pujas para maximizar el precio de venta de sus acciones entre los diferentes compradores potenciales.

Este escenario de integración regional es ideal para los empresarios. En estos recae la responsabilidad de aprovechar las oportunidades existentes.