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lunes, 26 de abril de 2021

El pasado 18 de abril, el presidente del Real Madrid Club, Florentino Pérez, anunció la creación de la Superliga europea, lo que desató una verdadera tormenta en el mundo del fútbol y el rotundo rechazo de la Fifa y de la Uefa -en su calidad de entes reguladores- así como de las federaciones y ligas nacionales.

El propósito es que el ente se convierta en la más importante liga europea, por encima de la Uefa, para lo cual recibiría una financiación de US$4.210 millones del JP Morgan.

En el torneo, que se realizaría una vez al año, participarían de forma permanente y excluyente los 15 equipos europeos de mayor reconocimiento, más otros cinco que clasificarán en la liga dependiendo de su desempeño deportivo.

La Uefa, liderada por Aleksander Ceferin, ha expresado que la idea es un “escupitajo en la cara para los amantes del fútbol” y que, de persistir en el intento, el Real Madrid, Manchester City y Chelsea, podrían ser descalificados de las semifinales de la Liga de Campeones de este año. En el mismo sentido, la Fifa anunció que, “los jugadores de los equipos que participen en la nueva liga cerrada no podrán disputar los Mundiales y Eurocopas”.

Por su parte, Oliver Dowden, secretario de Cultura y Deporte del Reino Unido, afirmó que el gobierno haría todo lo posible para proteger el deporte nacional, y que los clubes ingleses que participaran en la Superliga podrían ser objeto de revisión por parte de las autoridades antitrust inglesas, para prevenir monopolios y carteles, al considerar que la nueva liga podría tener efectos restrictivos en la competencia.

La disputa ya llegó a los estrados judiciales; el Juzgado de lo Mercantil No. 17 de Madrid, emitió una medida cautelar que prohibió a la Uefa y a la Fifa adoptar sanciones en contra de los clubes y jugadores que participen en la Superliga.

Según el juzgado, “las medidas anunciadas por dichos organismos de naturaleza privada, impiden la existencia de una libre competencia en el mercado de las competiciones de fútbol profesional a nivel europeo”.
Aunque la Comisión Europea preliminarmente ha mostrado su reticencia a conocer el asunto, lo cierto es que la controversia se ha tornado bastante álgida, ha revolucionado el mundo del fútbol y ha constituido un precedente de gran importancia.

La Superliga implica la conformación de una especie de cartel con altas barreras de entrada: el hecho de que 15 clubes tengan presencia permanente y asegurada allí, sin importar sus resultados o su desempeño en el campo de juego, constituye una desnuda barrera de entrada, que en la forma en la que se ha concebido, no tiene ninguna justificación diferente a la de garantizar el lucro de unos cuantos equipos en claro detrimento de la competencia.

De otro lado, Nicolas Petit sostiene que de establecerse condiciones de admisión que sean transparentes, objetivas y proporcionales, crear una nueva liga sería beneficioso al representar un nuevo escenario de competencia aunado a los ya existentes.

Un tema adicional que debe considerarse para la discusión es que el anuncio de los entes reguladores del fútbol, en el sentido de adoptar medidas disciplinarias y sancionatorias contra aquellos clubes y jugadores que pretendían hacer parte de la Superliga, podría constituir un abuso de su posición de dominio, debido a sus efectos excluyentes.

Aunque de cara al rechazo que ha tenido la iniciativa, nueve clubes se han retractado, lo que parece haber echado a pique la Superliga, el debate jurídico sigue en pie y no se descartan futuras propuestas con similares condiciones.