Actualidad
El liderazgo presidencial en momentos difíciles
25 de febrero de 2013
Canal de noticias de Asuntos Legales
No hay duda de que una de las política centrales del actual Gobierno, la de buscar una salida concertada al conflicto armado interno con las Farc, pasa por un momento difícil ante la opinión pública y eso lo refleja bien el gobernador de Antioquia cuando dice: “Yo pienso que al Presidente le ha faltado, yo creo que por exceso de cautela, una pedagogía mayor de lo que significa el proceso de paz, de las bondades que tendría el proceso”.
La paradoja es que la crisis es más en sectores de la opinión que en la propia Mesa de Conversaciones, donde las cosas aparentemente andan relativamente bien.
Y, efectivamente, comparto esa afirmación del gobernador Fajardo. Se tomó un camino muy complejo, pero probablemente el único viable para iniciar un proceso rápidamente, como fue el de “negociar en medio del conflicto” o, dicho de otra manera, “negociar sin cese del fuego”, y ese es un riesgo muy difícil de manejar para un Gobierno.
Recordemos que ese modelo fue el que llevó al fracaso las conversaciones de Caracas en 1991 con la llamada ‘Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar’ -se suspendieron por el Gobierno cuando el ELN hizo un atentado contra el Presidente del Senado de la época- y de Tlaxcala en 1992 -se paró de la Mesa el Gobierno cuando el país se entero de que el ex ministro conservador Argelino Durán había muerto en cautiverio durante su secuestro por el EPL- y también fue la causa del deterioro del proceso de conversaciones del Caguán en el Gobierno de Pastrana.
Esto, parar recordar casos de nuestra historia reciente y señalar que es muy difícil para un Gobierno poder mantener unas conversaciones mientras continúan los hechos propios de la confrontación armada.
Y, claro, el sector de colombianos que no quieren ningún tipo de salida concertada con las guerrillas y que ponen toda su apuesta a una salida militar que lleve a la exterminación del adversario o a su capitulación, sin duda sabía que ese era un talón de Aquiles que sí no se manejaba adecuadamente iba a producir un desgaste en la opinión y por efecto de rebote en la opinión sobre el Presidente, su gestión y las posibilidades de su eventual reelección.
Por eso me parecen apropiadas las luces amarillas que enciende Sergio Fajardo y lo llama a ejercer su liderazgo, “el Presidente tiene que demostrar en medio de una dificultad grande por la que está pasando el país el carácter de su liderazgo”.
Y tiene toda la razón; en estos momentos el Presidente puede mostrar su capacidad de líder del país o también, estimulado por las voces que le señalan el camino fácil, pararse de la Mesa de Conversaciones, haciendo una concesión a sus opositores para ver si se congracia con ellos. Cosa que tampoco iría a lograr, pero sería una opción.
La posición del líder es el que es capaz de señalar un camino, aún cuando la mayoría de sus seguidores no lo vean así y tener los argumentos y el ejemplo para hacer la pedagogía que muestre y convenza de qué efectivamente ese es el camino. Recordemos que eso hicieron en momentos críticos líderes como Nelson Mandela en Sudáfrica.
Esperemos que el Presidente Santos tenga esa capacidad de liderazgo y es la oportunidad para demostrarlo con creces.
Pero adicionalmente, deberíamos señalar que se debe manejar con cuidado las vicisitudes de un proceso como el de las conversaciones de La Habana, que siempre tendrá altibajos, habrá momentos de optimismo y momentos de tensiones, pero que deben manejar las dos partes siempre con realismo.
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