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lunes, 9 de abril de 2018

Mientras que países como Argentina, Australia, Brasil y Corea del Sur aguardan una decisión definitiva en relación con la posibilidad de ser eximidos definitivamente de las medidas adoptadas por el gobierno estadounidense frente a las importaciones de acero y aluminio, otros Estados han comenzado a desplegar sus armas de batalla en la guerra comercial que se avecina.

Así, la República Popular China ha anunciado la imposición de aranceles hasta de 25% a las importaciones de 128 productos originarios de Estados Unidos, incluidos el cerdo, el vino, los frutos secos y los tubos de acero sin costura.

Con anterioridad, el Ministro de Comercio chino había planteado la adopción de estos aranceles como una táctica de persuasión en la esperanza de que el presidente Trump abandonara la cruzada comercial contra ese país que había emprendido desde el inicio de su administración.

En efecto, además de los aranceles de 25% y 10% que se impusieron al amparo de la Sección 232, el gobierno estadounidense planea implementar aún más medidas contra China, esta vez respecto de sus prácticas en propiedad intelectual, con fundamento en la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974.

Frente a esto, China ha solicitado la celebración de consultas con Estados Unidos en el marco de la Organización Mundial del Comercio.

A la contienda se ha venido a sumar la Unión Europea, quien, a pesar de estar exenta de las medidas del acero y el aluminio hasta el primero de mayo, ha dado inicio a un procedimiento tendiente a aplicar medidas de salvaguardia contra las importaciones de cerca de 27 productos de acero. Estas constituyen uno de los tres tipos de mecanismos que la Comisión Europea ha anunciado en respuesta a los aranceles establecidos por Estados Unidos.
La Unión Europea ha manifestado su intención de llevar el asunto ante el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC, donde seguramente se cuestionará la decisión de Trump de fundamentar las recientes medidas sobre la base de una inminente amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos.
Por su parte, Costa Rica también ha notificado a la OMC el inicio de procedimientos tendientes a imponer una salvaguardia a las importaciones de barras de acero para el refuerzo de concreto. Si bien no es del todo claro que se trate de una medida de represalia contra Estados Unidos, lo cierto es que esta decisión constituye un mecanismo de defensa para tratar de neutralizar los efectos que generarán las medidas de Donald Trump y la avalancha de excedentes a nivel mundial que pueden acarrear.

La tormenta se ha desatado y la calma no parece avizorarse en el futuro cercano.

Habrá que esperar cuál será la respuesta de la administración Trump a las acciones de China, así como el resultado de las consultas requeridas por este país. La decisión sobre las exenciones de la sección 232 también será determinante, pues, de ser negativa para los países solicitantes es seguro que vendrá una nueva tanda de represalias en espiral, por parte de los afectados, que erosionará de manera indefectible la legitimidad de las decisiones adoptadas por Trump y seguramente provocará también agudos conflictos al interior de los Estados Unidos.