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lunes, 30 de agosto de 2021

Bien es sabido que, durante el Gobierno de Trump, la Agencia Federal de Comercio Estadounidense (FTC) inició un arduo escrutinio en contra de Facebook y de otras grandes plataformas tecnológicas como Google y Amazon.

Fue así como esta agencia entabló diversas acciones en aras de controlar el tamaño de estas plataformas. Una de las más relevantes es la que instauró el 8 de diciembre de 2020 en contra de Facebook, en la que acusó a esta compañía de realizar adquisiciones anticompetitivas y de monopolizar el mercado de las redes sociales. Lo anterior, a pesar de que esas operaciones contaron con la aprobación previa de esa misma autoridad.

Hasta el momento, los argumentos de la FTC no han sido acogidos por los jueces, quienes se han mostrado más bien escépticos y renuentes a aceptar los planteamientos de esa autoridad. De hecho, el juez James E. Boasberg del Distrito Judicial de Washington, desestimó la demanda presentada por la FTC, porque consideró que no se presentaron pruebas suficientes que acreditaran que esa red social había violado las leyes antimonopolio al comprar Instagram y WhatsApp, y tampoco encontró que Facebook detentara un monopolio en el mercado de las redes sociales.

Sin embargo, el juez Boasberg le otorgó a esa autoridad un término de 30 días para complementar la demanda. En este contexto, surgió un enconado debate en el mismo seno de la FTC sobre si la autoridad debía continuar o no, con la batalla judicial en contra de Facebook. Finalmente, la FTC decidió presentar la demanda enmendada, con una votación de 3 comisionados a favor y 2 en contra.

La comisionada Christine S. Wilson, quien hizo parte de quienes dieron su voto negativo, emitió una declaración pública en la que se opuso a la presentación de la enmienda de la demanda. Adujo que teniendo en cuenta que la acción se fundamentaba en operaciones que contaron en su momento con la bendición de la misma FTC, (las adquisiciones de Whatsapp e Instagram por parte de Facebook) la demanda socavaba la integridad del proceso ya realizado y en consecuencia era imperioso considerar y respetar que los demandados cumplieron fielmente con los requisitos exigidos para la integración.

A su vez, Facebook manifestó que “Es lamentable que, a pesar de que el tribunal desestimó la demanda y concluyó que carecía de fundamento, la FTC haya insistido en continuar con el litigio sin ningún mérito”, y recusó a Lina Khan, alegando que la Comisionada se ha destacado por una férrea oposición a las Big Tech, a través de sus múltiples pronunciamientos en diversos escenarios en contra de Facebook, lo que evidenciaba un claro prejuicio y conflicto de interés.

La FTC no accedió a la recusación y sostuvo que sería la autoridad judicial quien garantizaría el debido proceso, la imparcialidad y todos los derechos de Facebook.

Los expertos han manifestado que la demanda enmendada no registra modificaciones significativas respecto de la original y que sus argumentos son básicamente los mismos por lo que es altamente probable que el Tribunal vuelva a desestimarla.

En medio de todo este barullo lo que realmente cabe preguntarse es: i) si los ímpetus y la obsesión por meter en cintura el tamaño de las plataformas digitales están comenzando a desbordar las bases de cualquier estado de derecho, y en concreto, la seguridad jurídica, el principio de confianza legitima y de los actos propios y ii) si de pronto no sería conveniente que las autoridades norteamericanas se tomaran una pausa para respirar profundo y para considerar que el fin no justifica los medios.