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lunes, 9 de septiembre de 2019

Puede sonar a cliché pero es una realidad que en el mundo globalizado de hoy, colmado de avances y desarrollos tecnológicos, el derecho y especialmente, el de la competencia, ha dejado de ser una cuestión exclusivamente doméstica o territorial.

En efecto, no obstante todos los países y sistemas han adoptado el principio de los efectos - un Estado puede prohibir una conducta realizada en el exterior siempre y cuando tenga efectos en su territorio- y de que cada uno tiene sus propias regulaciones y marcos jurídicos que conforman la aplicación del régimen de competencia en su territorio, es cada vez más frecuente que, los diferentes sistemas interactúen entre sí, en pro de lograr la convergencia en la implementación de prácticas y políticas que contribuyen a mejorar y hacer más efectivo el ordenamiento antimonopolios.

Casos como los de Google y Amazon sitúan la atención en los parámetros que utilizan estas autoridades a la hora de tomar sus decisiones, como fuente y modelo de aplicación.

Randy Tritell, director de la Oficina de Asuntos Internacionales de la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos (FTC), ha expresado que a lo largo de los últimos 30 años, esta autoridad ha buscado entablar un diálogo con sus colegas alrededor del mundo, en aras de reforzar la aplicación del régimen de competencia en EE.UU. y promover políticas convergentes, que ayuden a superar las diferencias en los contextos, culturas y sistemas legales.

En este escenario, el papel de organizaciones como la Ocde o la Red Internacional de Competencia (ICN por sus siglas en inglés) se torna fundamental en el desarrollo de los diversos campos del derecho de la competencia a nivel internacional.

Asimismo, la participación de autoridades y actores privados ha enriquecido las discusiones que se han dado en el seno de la organización.

Además, ante los efectos trasfronterizos de la competencia y la presencia de los agentes del mercado en varias jurisdicciones, la cooperación entre agencias resulta de gran utilidad. Es así, como a pesar de las divergencias que se pueden presentar entre las diferentes autoridades, lo cierto es que existen principios comunes, que permiten un nivel mínimo de consenso en torno a cuestiones básicas que deben regir cualquier régimen de competencia.

En este sentido, es menester hacer referencia al programa antitrust internacional de la FTC que busca orientar las políticas y compromisos de Estados Unidos en cuestiones antimonopolio, construir relaciones de cooperación con autoridades de competencia en otros países y promover la adopción de mejores prácticas.

Es importante entonces que los países aprovechen las propuestas de cooperación internacional, los beneficios de la integración regional y de los acuerdos de liberalización comercial, en procura de uniformar o articular una serie de principios básicos o mínimos que debiera adoptar cada legislación, así como de celebrar acuerdos de “positive comity” y de colaboración e intercambio de información entre las agencias de competencia.

En cualquier caso estos esfuerzos deben considerar que algunos países, en especial, en vía de desarrollo, tienen limitaciones por ejemplo en cuanto a infraestructura y recursos, que hacen necesario crear unos estándares que permitan adaptar el marco legal a sus propias realidades y que reconozcan que no existe una talla única que se ajuste a todos ellos.