lunes, 17 de marzo de 2014
Nunca antes se había cuestionado tanto el sistema electoral colombiano, nunca existieron tantas pruebas como las que hoy son de público conocimiento, en las que queda más que evidente el poder mezquino y oscuro de quienes controlan el poder electoral, la democracia ha sorteado los más difíciles acontecimientos en los últimos 6 meses, no solo por cuenta de los desparpajos del Consejo Nacional Electoral, sino ahora se suma también la más vil de todas las falacias; atrás quedaron las “argucias” de media noche, y los “tumbes” soterrados, el descaro desmesurado y la conspiración del poder corruptor se hizo en frente de todos.
El viejo y conocido adagio de los caciques indica “el que escruta elige” es cosa del pasado, la trapisonda abierta a los adversarios del régimen tiene el tamaño del elefante del 8.000, ese mismo que ayuda, apoya y concierta el apaño. El adagio paso las fronteras, las fronteras del más descarado robo a la voluntad de millones de colombianos, basta examinar como cientos de formularios del pre conteo electoral a lo largo y ancho del país fueron adulterados, para favorecer a los nuevos “padres de la patria” a esos que se eligen en donde solo está el 2% del censo electoral, pero como arte de magia esas mismas latitudes logran darle escaño a ilegítimos 7 senadores.
La denuncia no es nueva, el tema no es novedad en Colombia, hace apenas 4 años las mismas denuncias florecían, se logró para entonces establecer que existía una “Registraduría paralela”, se supo que se alteraron todas las cuentas del senado elegido en el 2010, se denunció pero pocos fueron los resultados para entonces, de los delitos más perversos podemos afirmar sin temor a equívocos son aquellos que se ejecutan contra la democracia, esa misma que ha sido tan pisoteada por “bandidos de manga larga” y de bota pantanera; pero más calamitoso es saber que el ratón cuida el queso, tenemos un militante político como registrador nacional.
Carlos Ariel Sánchez, ese hombre “honesto” “preocupado” por la democracia, afirma que lo que se denuncia es inexistente, cientos de “E-14” adulterados en todos los departamentos de Colombia, en donde se prueba que al Centro Democrático lo estafaron, que a la mayoría de los Colombianos nos estafaron por cuenta de una caterva de ayatolas que se morirían de pavor al saber que el pueblo de Colombia quiere a Uribe, que las tesis de él se identifican con el sentir de millones de colombianos; pero lo que más molestaba a la pandilla estafadora era saber que el Centro Democrático logro interpretar lo que los colombianos quieren y conocen.
La historia se repite como el 2010, con el agravante que tenemos un militante político como Registrador, tenemos un Consejo Nacional Electoral gobiernista; en el año 2010 la firma Procesos Electorales S.A., ofreció a cientos de candidatos que no alcanzaron a entrar al congreso, sus servicios de “orientación a testigos electorales”, vigilancia de los escrutinios, y cuanta “maturranga” existe para transformar la voluntad popular, esa firma de la cual se cuestionó al militante político, por su cercanía a él, cobraba entre 500 y 1.500 millones de pesos por la “asesoría” y “acompañamiento”, para entonces una de tantas estipulaciones que hacían para sus servicios, era que el “saldito” podían pagarlo contra entrega a la credenciales de congresista.
Tanta vagabundería y nadie dice nada, si eso pasó hace escasos cuatro años no queremos pensar qué sucedió el domingo 9 de marzo, en donde la voluntad de Colombianos incluida la suya y la mía fueron alteradas de manera descarada, no solo por la sed de poder de una minoría, no solo por mantener la “estantería” de quienes hoy detentan ríos de “leche y mermelada”, sino también por un orgullo y soberbia de la cual la historia no querrá recordar, la suerte está echada la pista para el castro-chavismo despejada, unasur es veedor de nuestras elecciones, pero no podemos callar lo que es evidente y descarado.
Corolario: Las opciones del candidato para que sea reelegido cada día son mínimas, siente pasos de gigante, siente que le van a quitar lo que tanto anhela y por lo que perdió la razón, nuestra opción es cohesión y apoyo para retomar el rumbo.