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sábado, 15 de mayo de 2021

Tengo que confesar públicamente que en la universidad yo nunca fui de los estudiantes “populares”, aquellos estudiantes que eran el centro de atención, sino más bien era un estudiante disciplinado que obtenía buenas notas. Me acuerdo, ya con algo de nostalgia, que durante un semestre en la universidad empezó una insatisfacción general con mi vida. Quería cambiar. Quería tener más libertad. Me proyectaba de manera diferente.

Por un semestre, buscando dicho cambio, empecé a descuidar mis notas, a salir a rumbear entre semana y, en general, a tomar decisiones que tal vez no fueron las mejores. Dicho semestre terminó, en realidad, con lo que yo he llamado mi “gran borrachera”. Una noche tuve una gran discusión con mi padre. Le mencioné que me dejara en paz y que la adrenalina que me producía estar en este frenesí me generaba una inmensa alegría. Y esa noche terminó como ha debido terminar: un estrellón vehicular muy fuerte poniendo en peligro mi vida y, lo peor, la de las personas que estaban conmigo. Lo que algunos llaman un “evento que cambia la vida”.

Esa “borrachera” me dejó varias lecciones que hoy quisiera compartir con ustedes, jóvenes de Colombia:

1. El cambio es muy importante, pero para hacerlo de manera adecuada no podemos destruir, sino más bien construir. El cambio que tuvo mi vida fue grande después de dicho acontecimiento ya que me di cuenta que los cambios se generan con acciones positivas. En efecto, estoy seguro que todos ustedes jóvenes de Colombia quieren un cambio, un mejor país, más justo, menos corrupto. Pero para lograr ese cambio no es procedente que cojan el Transmilenio y la infraestructura a piedra, quemen los CAI, bloqueen las vías o destruyan el comercio. Si quieren un cambio voten bien, creen empresa con grandes ideas, formen movimientos políticos transformadores pacíficos. Alcen la voz, sin destruir y más bien ejecutando acciones que puedan lograr ese cambio, que sea positivo.

2. La autodestrucción finalmente nos afecta sólo a nosotros. ¿A quién creen que están afectando los actos potencialmente violentos? ¿A los grandes empresarios y políticos del país? La respuesta es no, están afectando a los ciudadanos de a pie, al empresario de pequeñas empresas, al peluquero, al panadero o al restaurantero del corrientazo. Es decir, a sus padres, madres y parientes. Créanme que los empresarios y políticos “importantes” no tendrán ningún problema en migrar a otro país cuando la situación del país se complique.

3. Protejan lo que más quieran. En mi caso, me di cuenta que lo más importante era proteger mi educación que con tanto esfuerzo estaba consiguiendo; ustedes protejan al país. Si en verdad quieren un cambio, además de idealistas, sean aterrizados ¿Ustedes creen que al señor Gustavo Petro, Iván Cepeda y a toda esa clase política maquiavélica y mezquina dando cátedra desde sus mansiones a ustedes les importan? ¿Quieren ver un país con una pobreza más elevada, más retraso en la infraestructura o insuficiencia en el sistema de transporte masivo? ¿Por qué convocaron al paro en la situación más delicada de la pandemia? Mi “borrachera” terminó con un guayabo terrible. Mucha agua y Alka Seltzer al día siguiente, pero afortunadamente no existieron secuelas permanentes. Desafortunadamente, en el caso de Colombia, creo que el país está al borde de un paro etílico. Jóvenes de Colombia, la pelota está en su cancha. Salven ustedes al país, no lo embriaguen más por cuánto puede que este carro se estrelle teniendo un resultado fatal de ustedes y de todos aquellos que estamos a bordo.