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martes, 24 de abril de 2018

En la larga historia del comercio internacional, muchas de las tradicionales rutas de comercio se terminaron por las guerras o por las diferencias políticas.

La Ruta de la Seda que promovió el Emperador Wu desde Xian hasta Estambul, en el Siglo I A. c., duró 1.500 años, hasta que los mongoles, como consecuencia de la guerra con los otomanos, enviaron pulgas infectadas con la peste negra en las pieles que transportaban por la Ruta de la Seda en 1.436, y esta enfermedad, que mató a una buena parte de la población europea, tuvo como consecuencia la clausura de esta ruta.

60 años después, en la desesperada búsqueda de una ruta alterna nueva hacia China, Cristóbal Colón descubrió a América y 40 años después finalmente llegarían a Filipinas, reestableciendo la ruta Manila-México-España, que duró otros 250 años hasta la Independencia de México.

Con el cambio de paradigma del comercio internacional que está promoviendo el presidente Donald Trump, como decretar nuevos aranceles de 25% para el acero y 10% para el aluminio, se les abren unas gigantescas oportunidades a las 850 empresas metalmecánicas de Colombia. Como consecuencia de nuestro TLC, Colombia podría colocarle valor agregado a aceros y aluminios de diferentes países, cuyos productos y manufacturas metalmecánicas finales estén exoneradas de impuestos de importación en Estados Unidos. Por ejemplo, los torones, las estructuras metálicas, las torres eléctricas, sistemas de suspensión de vehículos y amortiguadores. En total, el mercado para estos productos en 2017 superó los US$35.000 millones.
Colombia es el segundo país más grande del mundo en población con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, después de México, teniendo nosotros condiciones mucho más modernas y flexibles que el Tlcan.

En efecto, en México los requisitos de valor de contenido regional que se exigen para exonerar un producto de aranceles en los Estados Unidos están entre 50% y 62,5% queriendo aumentarlo a 75% en el caso de los automóviles. Por el contrario, para Colombia el valor de contenido regional que se exige normalmente es de 35%, en la mayoría de los casos, lo cual es mano de obra, valor agregado y logística.

Mientras las Zonas Económicas Especiales están excluidas del acuerdo entre México y Estados Unidos, los productos fabricados en Zonas Francas colombianas sí cumplen con las normas de origen y entran a Estados Unidos sin aranceles.

He sabido de primera mano que al Presidente Santos y a la Ministra María Lorena Gutiérrez les fue muy bien en las conversaciones con el Secretario de Comercio de los Estados Unidos en la Cumbre de las Américas, lo cual es una magnífica noticia. El Gobierno de los Estados Unidos les prometió que va a incluir a Colombia dentro de los países que pueden exportar acero y aluminio sin transformar, libre de aranceles a este país.

Ya llegó la hora de sacarle el jugo al Acuerdo de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, pues aunque en estos seis años se ha incrementado el número de exportadores y de productos nuevos, aún las cifras son muy pobres y el per cápita exportador en manufacturas a Estados Unidos es muy bajo.

Mientras nuestros socios de la Alianza del Pacífico exportan per cápita en productos no minero-energéticos a Estados Unidos: Chile 561, México 2431 y Perú 174, Colombia tan sólo llega a 223.

Estados Unidos es de lejos nuestro principal socio comercial y la relación binacional de las últimas dos décadas ha sido extraordinaria, es el momento de desempolvar nuestro TLC que tanto trabajo y tiempo nos tomó en celebrar.