Hipotermia

En la primera fase de la hipotermia los vasos sanguíneos de las manos y pies empiezan a contraerse. Esto ocurre para que circule menos sangre en estas zonas, ya que la perdida de calor es muy elevada, y el objetivo del cuerpo es mantener caliente los órganos vitales; aparecen los escalofríos, la piel de gallina, aumenta el gasto calórico por los temblores y el aumento de la frecuencia respiratoria y cardiaca; y los músculos de las manos y los pies no responden del todo bien.

En una segunda fase los temblores y escalofríos son más fuertes, los movimientos son lentos y torpes y la descoordinación es evidente. La persona esta pálida, los labios, orejas y la punta de los dedos pueden ponerse un poco azules.

En una tercera fase ya la dificultad para moverse es extrema, la piel cambia de color, los temblores pasan y la persona presenta somnolencia, tiene comportamientos irracionales y confusión mental; la respiración y los latidos disminuyen. Al cabo de un rato los órganos vitales comienzan a fallar y el organismo se empieza a detener, hasta lo que se conoce como muerte clínica.

En el deporte, dependiendo de las condiciones climáticas y el sitio donde se encuentren entrenando podría resultar más común de lo que muchos piensan (al menos la primera fase). Esto ocurre con más frecuencia en el caso de los ciclistas si deben soportar cambios de temperatura en un solo recorrido, además, si el entrenamiento es en altura y se encuentra en época de lluvias tendrán más probabilidades de padecer una hipotermia.

A temperatura de 10 grados o menos, con una pequeña llovizna y descendiendo (es decir no muy despacio), el ciclista experimentará una sensación térmica más baja, y como consecuencia se arriesga a padecer una hipotermia. Así lo más aconsejable es desayunar muy bien, llevar buena alimentación para el recorrido y sobre todo utilizar ropa adecuada, guantes para el frío, y protectores para los pies. Si el ciclista se detiene durante el entrenamiento, que sea durante el menor tiempo posible.