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  • Santiago Wills

miércoles, 8 de agosto de 2018

En varias ocasiones se ha discutido en esta columna la situación actual que vive el sistema multilateral del comercio, en particular la difícil situación por la que pasa actualmente la OMC. Los bloqueos a su mecanismo de solución de diferencias, las medidas adoptadas por algunos de sus Miembros, el naciente proteccionismo y la reciente preferencia del bilateralismo al multilateralismo, entre otros asuntos, son algunas de las causas del mal momento que vive la Organización.

En todo caso, la gran mayoría de sus Miembros coinciden en la importancia de preservar esta Organización y de fortalecer su marco regulatorio a futuro. Incluso, en una columna anterior se discutieron algunas de las propuestas sustanciales puestas en común por parte de la Unión Europea para modernizar la OMC. Hoy quisiera ofrecer algunos comentarios recordando por qué se deben aunar esfuerzos para mantener esta valiosa Organización.

En primer lugar, es importante recalcar que los Acuerdos de la OMC son la base regulatoria internacional del comercio y el marco legal que regula el comportamiento de los Estados en cuanto a sus relaciones comerciales. Estos acuerdos, que fueron antecedidos por el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) de 1947 (hoy incorporado en la OMC), establecen el campo de juego sobre el cual los Miembros de la Organización - hoy 164 - profundizan sus relaciones económicas y resuelven irritantes comerciales. Cabe recordar que bajo este marco regulatorio priman los principios de no discriminación y reciprocidad, garantizando mayores beneficios económicos derivados de este régimen, que es realmente multilateral. De existir una Constitución del comercio internacional, este marco regulatorio sería ella y la OMC su guardián.

Por otro lado, la OMC ofrece un mecanismo de solución de diferencias que ha sido, tal vez, el más exitoso a nivel del Derecho Internacional Público. En sus 23 años de existencia se han iniciado más de 500 disputas, se han expedido más de 350 decisiones, y se calcula que el cumplimiento por parte de los Miembros es superior a 80%. Estos números son bastante altos considerando que ambas partes en las disputas son Estados soberanos, y que el cumplimiento con los fallos representa modificar la regulación interna para hacerla compatible con la regulación internacional.

Asimismo, la OMC ofrece el foro multilateral para negociar las reglas internacionales sobre asuntos que afectan el comercio. Por ejemplo, de manera exitosa se concluyeron las negociaciones del Acuerdo de Facilitación del Comercio, el cual, de ser plenamente implementado, reduciría los costos del comercio mundial en más de 14% y aumentaría el comercio internacional en cerca de un billón de dólares (en inglés: ‘one trillion’). Igualmente, se han logrado acuerdos para reducir y eliminar las subvenciones agrícolas y se están negociando acuerdos para eliminar las subvenciones dañinas a la pesca. Entre otros asuntos, y por ahora de manera plurilateral, se está negociando en materia de comercio electrónico, facilitación de inversiones, regulación doméstica y participación de Mipymes en el comercio internacional.

No cabe duda que preservar la OMC debe ser un propósito de Colombia y del resto de la Membresía. Es indispensable, para el bien de las relaciones económicas internacionales, que el campo de juego esté orientado por un marco de reglas claras, transparentes y que propende por la no discriminación; y no orientado por fuerzas de poder, peso económico o peso político.

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