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  • Daniel Rojas Castañeda

martes, 12 de mayo de 2020

Según el socio director de M&M Lawyers, Mauricio Maestre, de nada sirve distribuir música si no se acredita su titularidad

De acuerdo con la última medición del Dane, las actividades que componen la economía naranja crearon 539.933 empleos en 2018 repartidos en tres grandes áreas: artes y patrimonio, industrias culturales y creaciones funcionales. Es importante resaltar esa cifra debido a que muchos prevén que esta va a ser una de las industrias más afectadas a causa de la pandemia.

En entrevista con AL, Mauricio Maestre, socio director de M&M Lawyers, firma dedicada al derecho del entretenimiento, expresó la importancia de la adecuada identificación, protección y comercialización de la propiedad intelectual para artistas en entornos digitales en medio de la crisis.

¿Considera que una de las industrias más afectadas en medio de esta crisis será la Economía Naranja?
Sin duda, todas las industrias creativas, culturales y del entretenimiento del país se han visto afectadas. Las medidas decretadas por el Gobierno afectan directamente a toda la cadena valor. El distanciamiento social y la limitación de la movilidad durante el aislamiento preventivo obligatorio para contener y mitigar la pandemia causada por el coronavirus impiden la realización de ciertas actividades que se han constituido como la única fuente de ingresos para un gran número de agentes partícipes de las industrias creativas, culturales y del entretenimiento.

¿Cuáles consideraría que son los retos más importantes que se vienen para la industria a partir de ahora?
La música, por ejemplo, es una carrera de resistencia y no de velocidad. Lo que debemos hacer es construir sobre lo construido, fortalecer nuestras sociedades de gestión colectiva como: Sayco y Acinpro, y exigirle más frente a su papel en el entorno digital.

En tiempos de cuarentena, el consumo de contenidos en el entorno digital ha aumentado, no significa que esto se vea reflejado proporcionalmente en los ingresos de los artistas. Todos los consumidores estamos accediendo a diferentes contenidos a través de diferentes plataformas, como las redes sociales, que no siempre monetizan las creaciones y por lo tanto no generan un ingreso a sus creadores.

El primer paso es enfocarse en monetizar mejor lo que antes no se monetizaba. Empresas como Facebook (Facebook, WhatsApp e Instagram) Google (YouTube), ByteDance (TikTok), entre otras; deben adecuar sus términos y condiciones para que los contenidos que a través de ellos se comercializan, generen un mejor ingreso a los creadores. Estas son conscientes de ello, por eso, recientemente hemos visto como crean y promueven fondos extraordinarios de apoyos económicos para el sector creativo. Estos son pañitos de agua tibia, se requieren cambios radicales en la forma en la que se brinda acceso a los contenidos y una remuneración justa y equitativa para los creadores.

Para hacerle frente a esta crisis, es necesario que todos los agentes partícipes de las industrias creativas, culturales y del entretenimiento nos movilicemos en función de mejorar los ingresos de los creadores y artistas en el entorno digital. Si ellos como creadores de la materia prima están bien remunerados, los demás participes de este ecosistema, también lo estaremos.

LOS CONTRASTES

  • Maria Mercedes Díaz SuárezDir. de Propiedad Intelectual de M&M

    “Uno de los grandes retos que ha generado esta crisis es lograr que los artistas y creadores de contenido obtengan mejores ingresos al comercializar”.

¿Por qué es importante la propiedad intelectual para los artistas?
Debido a que las industrias culturales están virando a entornos digitales, esto implica la necesidad de concentrar los esfuerzos en la adecuada identificación, protección y comercialización de la propiedad intelectual.

Aunque internet se ha consolidado como el principal mercado para la distribución de contenidos protegidos por el derecho de autor, muchas de las plataformas utilizadas no monetizan adecuadamente. El streaming es solo una manera de distribuir la música. En ese orden, lo primero no es distribuir en todas las plataformas de streaming que ofrecen sus servicios, sino ser el titular de la mayor cantidad posible de bienes de propiedad intelectual que generan estas regalías.

De nada servirá distribuir la música si no se acredita la titularidad para ser merecedor de esas regalías. Es más, en la gran mayoría de situaciones, los artistas ceden y transfieren esos derechos y solo reciben un porcentaje de dicha regalía como contraprestación económica.

¿Qué va a pasar con los contratos de los artistas?
Si en los contratos suscritos se tomaron las precauciones pertinentes y se incluyeron cláusulas que permitan actuar de manera eficaz ante la situación, no va a pasar nada. No obstante, el problema radica en que no siempre se utilizan contratos escritos para este tipo de situaciones.

Un gran porcentaje de la industria del entretenimiento es informal y prevalecen, en algunas situaciones, contratos verbales que por supuesto no abordan de manera expresa ciertas prerrogativas que serían de gran utilidad.

Ante esta coyuntura del coronavirus y el auge de los “conciertos digitales” estos acuerdos deberán cambiar para atender las condiciones de tiempo, modo y lugar que se presentan con ocasión a esta nueva modalidad.

Ya no serán tan relevantes cláusulas relacionadas con camerinos, seguridad y/o catering sino cláusulas relacionadas con la prohibición de retransmisiones y/o reproducciones. Las cláusulas de boletería deberán cambiarse por acuerdos conducentes a controlar el acceso de personas no autorizadas a los conciertos digitales. Entre muchas otras disposiciones que dependen de los procedimientos del artista para prestar sus servicios.

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