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  • Andrés Felipe Rahn

jueves, 22 de diciembre de 2016

La crisis actual está atada a los bajos precios de cotización del crudo en el mercado internacional, que obedecen, entre otros factores, a que el fracking como método de extracción hizo que Estados Unidos pasará a ser también un país productor. A lo anterior se suma la entrada de nuevos actores en el mercado y la desaceleración de China, que ha debilitado la demanda del Gigante Asiático.

¿Cuáles son los efectos negativos para Colombia?

En primer lugar, el país muestra una tendencia inflacionaria y su moneda sigue devaluándose. 

Su balanza comercial es negativa y, por ende, en la medida en que baje el precio del petróleo y la demanda de dólares se mantenga, la divisa estadounidense subirá y, con ella, el precio de los productos importados. 

En segundo lugar, ya que el país recibe menos ingresos, el empleo y la posibilidad de generarlo se ven afectados. Por último, en escenarios de devaluación e inflación las tasas de interés aumentan, lo que hace que endeudarse sea más costoso, dificultado el acceso al crédito y desacelerando aún más la economía.

¿Qué lecciones deja esta experiencia?

La dependencia del petróleo representa un riesgo. Según datos de la consultora Rystad Energy, el país solo cuenta con petróleo para los próximos 5,2 años, y enfrenta una preocupante disminución en los hallazgos de nuevas reservas. Por consiguiente, Colombia debe cambiar su enfoque y comenzar a diversificar para revertir esta situación. 

Mientras los países desarrollados apuestan por invertir en investigación y desarrollo, Colombia y Latinoamérica se aferran a la falsa expectativa del boom de las materias primas. 

A modo de ejemplo, vale decir que según cifras del Banco Mundial, Corea del Sur invierte alrededor del 4,00% del PIB en investigación, mientras que Colombia apenas llega al 0,23%. 

Los resultados de esta política saltan a la vista: en 1970, el PIB per cápita del país asiático era de US$281 y el de Colombia era de US$ 337; en 2014 dichos indicadores alcanzaron los US$27,949 y US$7.903 respectivamente. 

Es decir, en 1970 Colombia tenía 20% más PIB per cápita que Corea del Sur, y para 2014, los roles se invirtieron drásticamente. El país asiático tiene hoy un PIB per cápita aproximadamente 254% superior al colombiano. 

Si bien la inversión en investigación y desarrollo se ha incrementado en los últimos años, el país aún está lejos de generar un impacto real en este campo. 

Para lograrlo, es necesario que el conocimiento se incentive con educación básica y media de calidad, y se intensifique por medio de proyectos de desarrollo tecnológico. 

Es preciso superar la dependencia del petróleo -sin necesariamente dejar de explotarlo, junto con las demás materias primas- y subirse al tren del conocimiento. Todo esto redundará en un capital humano mucho más cualificado, en una industria más fortalecida, en productos con valor agregado y en una mejor calidad de vida para los colombianos.

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