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“Fusionarse para crecer no es ninguna estrategia”, dijo Leite

02 de febrero de 2015

Ripe


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Eduardo C. Leite lleva las riendas de Baker & McKenzie desde 2010 y, pese a los últimos grandes movimientos del sector, mantiene su propia agenda y se muestra reacio a que la compañía protagonice una macrointegración con otro despacho.

“Fusionarse sólo para crecer por crecer no es ninguna estrategia”, sostiene. Para este directivo de carrera y abogado de vocación, la apuesta por crecer orgánicamente es más segura y, a largo plazo, ofrece mejores resultados.

En su opinión, “las fusiones son peligrosas” en el ámbito de los bufetes, ya que es un sector en el que la cultura corporativa, la identidad y las relaciones personales son clave para el negocio. En el caso de Baker, reconoce que, en alguna ocasión puntual, han recurrido a esta fórmula, pero “no nos veo haciendo grandes fusiones ni incorporaciones, ya que no nos van a aportar un ventaja competitiva”. Y, sobre todo, descarta una integración por el simple de hecho de ganar tamaño: “Ya tenemos escala suficiente”.

Leite recuerda que, pese a la última gran unión anunciada en el sector, la de Dentons con el chino Dacheng, Baker & McKenzie sigue siendo el primer despacho por facturación del mundo.

En su último ejercicio fiscal, cerrado en junio de 2014, la cifra de negocio del despacho alcanzó los US$2.540 millones (2.248 millones de euros), un 5% más respecto al mismo periodo del año anterior.

El presidente del despacho reconoce que “es evidente que el sector legal se está consolidando a nivel internacional” y, por tanto, habrá más fusiones en el mercado.

“Los clientes son globales” y necesitan que sus asesores legales estén en aquellos destinos a los que vayan sus inversiones. Según sus previsiones, “más o menos, en cinco años, habrá diez firmas verdaderamente globales”, que formarán la elite de la abogacía mundial, y “Baker & McKenzie tiene la ambición de ser el despacho líder”.

A su favor juega el tiempo que el bufete lleva apostando por la expansión internacional, aunque Leite huye de este concepto y habla, siempre, de firma global. Aunque el despacho se fundó en Chicago, en Estados Unidos, “nunca ha sido ni americano ni de ninguna otra nacionalidad: fue global desde el primer día”.

Y como ejemplo cita que, prácticamente desde sus orígenes, contaban con una oficina fuera de Estados Unidos, ya que desembarcaron en Caracas en 1955.

Venezuela fue su primer destino internacional porque ahí tenía una inversión importante el grupo farmacéutico Abbott, que seis décadas después sigue trabajando con ellos. Este ejemplo sirve para ilustrar la estrategia de expansión de Baker, fijada en función de los lugares donde sus clientes invierten.

Latinoamérica, mercado histórico
Eduardo C. Leite es el primer abogado latinoamericano que se sitúa al frente de uno de los despachos de abogados más grandes del mundo, lo que pone de manifiesto la apuesta de esta firma por la región.

De hecho, Baker & McKenzie no sólo fue el primer bufete internacional que desembarcó en esta zona, concretamente en Venezuela, sino que actualmente ostenta el título de mayor despacho en Latinoamérica, con cerca 800 abogados en la región.

Cuenta con quince oficinas repartidas entre México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela y Perú.

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