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  • Colprensa

viernes, 8 de septiembre de 2017

Toda la jornada estuvo marcada por palabras como el perdón, la verdad y el reencuentro.

El objetivo del Papa Francisco durante su recorrido por Villavicencio quedó claro: llevarles a los colombianos un mensaje de reconciliación nacional, que permita sanar las heridas que han dejado décadas de conflicto armado y violencia en el país. “Que allá donde haya odio y resentimiento, pongamos amor y misericordia”, dijo el Santo Padre en uno de sus discursos en la capital del Meta citando una oración atribuida a san Francisco de Asís.

Toda la jornada estuvo marcada por palabras como el perdón, la verdad y el reencuentro. Desde su partida en el Aeropuerto Militar de Catam, donde bendijo a los uniformados caídos y heridos durante años de conflicto, hasta su reunión con cientos de víctimas en el Parque las Malocas de Villavicencio, un evento en el que además estuvo presente un símbolo de esa violencia que el Papa pidió dejar atrás: el Cristo mutilado de Bojayá, que viajó desde el Chocó hasta los Llanos Orientales para ese encuentro especial con Francisco.

Estos son algunos de los profundos mensajes que dejó el Papa tras su visita a la segunda ciudad de su periplo por Colombia:

1. ¡Basta una persona para que haya esperanza!
Ante miles de personas que se congregaron en Catama para la misa campal, la segunda en el país y en la que además fueron beatificados dos sacerdotes colombianos que murieron en hechos violentos, monseñor Jesús Emilio Jaramillo, obispo de Arauca, y el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, conocido como el 'Martir de Armero', el Papa Francisco hizo un nuevo llamado a la reconciliación.

“Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto. Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar que lo hagan los otros”, dijo el Papa en su homilía.

“¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona! Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia”, resaltó.

El Sumo Pontífice aseguró “que la reconciliación, por tanto, se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso”.

2. Cristo roto y amputado
El encuentro del Papa Francisco con las víctimas se realizó frente al Cristo de Bojayá, que fue testigo el 2 de mayo de 2002 de una de las peores masacres en la historia del país.

“Esta imagen tiene un fuerte valor simbólico y espiritual. Al mirarla contemplamos no sólo lo que ocurrió aquel día, sino también tanto dolor, tanta muerte, tantas vidas rotas y tanta sangre derramada en la Colombia de los últimos decenios”, dijo el Papa.

“Ver a Cristo así, mutilado y herido, nos interpela. Ya no tiene brazos y su cuerpo ya no está, pero conserva su rostro y con él nos mira y nos ama. Cristo roto y amputado, para nosotros es más Cristo aún, porque nos muestra una vez más que él vino para sufrir por su pueblo y con su pueblo; y para enseñarnos también que el odio no tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia”, agregó Francisco.

El Sumo Pontífice, ante cientos de víctimas que lo escuchaban, aseguró que el Cristo de Bojayá “nos enseña a transformar el dolor en fuente de vida y resurrección, para que junto a él y con él aprendamos la fuerza del perdón, la grandeza del amor”.

3. También hay esperanza para quien hizo el mal
En su discurso ante las víctimas del conflicto en el Parque las Malocas, el Papa Francisco aseguró que “resulta difícil aceptar el cambio de quienes apelaron a la violencia cruel para promover sus fines, para proteger negocios ilícitos y enriquecerse o para, engañosamente, creer estar defendiendo la vida de sus hermanos”.

“Ciertamente es un reto para cada uno de nosotros confiar en que se pueda dar un paso adelante por parte de aquellos que infligieron sufrimiento a comunidades y a un país entero. Es cierto que en este enorme campo que es Colombia todavía hay espacio para la cizaña. Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo y no pierdan la paz por la cizaña”, dijo.

El Obispo de Roma resaltó que “aun cuando perduren conflictos, violencia o sentimientos de venganza, no impidamos que la justicia y la misericordia se encuentren en un abrazo que asuma la historia de dolor de Colombia. Sanemos aquel dolor y acojamos a todo ser humano que cometió delitos, los reconoce, se arrepiente y se compromete a reparar, contribuyendo a la construcción del orden nuevo donde brille la justicia y la paz”.

4. Es indispensable asumir la verdad
También ante las víctimas de la violencia, Francisco reconoció que “en todo este proceso, largo, difícil, pero esperanzador de la reconciliación, resulta indispensable también asumir la verdad”.

“Es un desafío grande pero necesario. La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas y se transformen en instrumentos de venganza sobre quien es más débil”, aseguró el Sumo Pontífice.

“La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos”, agregó.

5. Colombia, déjate reconciliar
Finalmente, el Papa Francisco cerró su intervención ante las víctimas con un pedido puntual para Colombia: “abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No temas a la verdad ni a la justicia”, dijo el Sumo Pontífice.

Y agregó: “Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno. Que podamos habitar en armonía y fraternidad, como desea el Señor”.

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