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viernes, 9 de agosto de 2019

El cannabis medicinal se ha posicionado en los últimos tres años como una industria atractiva para inversionistas nacionales y extranjeros que ven un potencial en las condiciones climáticas y agrícolas del país para el cultivo de esta planta y fabricación de sus derivados. Lo que muchos no saben, es que todas las actividades asociadas a la industria del cannabis medicinal están estricta y rigurosamente reguladas desde los distintos frentes de competencia por parte de los ministerios de Justicia, de Salud, el ICA y el Invima.

Cuando alguien se pregunte por los requisitos que debe cumplir para incursionar en esta industria, primero debe hacerse otra pregunta: ¿qué quiere hacer?, pues son tantas las aristas a considerar que mal podría respondérsele con los requisitos para producto terminado incluyendo cannabinoides en sus ingredientes o simplemente con información sobre las licencias obligatorias que, aunque puede ser la más divulgada, definitivamente no es la única.

A la fecha, el número de licencias concedidas por los citados ministerios asciende a más de 350 para uso de semilla, cultivo y fabricación de derivados en sus distintas modalidades. Pero lo curioso no es el número de las licencias concedidas desde que se legalizó su uso con fines médicos o científicos, sino el número de productos farmacéuticos aprobados para su comercialización.

El cannabis medicinal como producto terminado con fines terapéuticos, puede ser comercializado en Colombia como una preparación magistral o como un medicamento fitoterapeútico. Para el primero, se necesita un establecimiento certificado en Buenas Prácticas de Elaboración y la prescripción médica personalizada exclusivamente para el paciente según su condición específica. Para el segundo, se necesita un registro sanitario otorgado por el Invima, y en Colombia, en este momento, no están disponibles ni lo uno ni lo otro.

Lamentablemente, el mercado está mal informado sobre los avances de la industria y los productos fraudulentos que se anuncian en distintos canales sin tener registro sanitario o sin cumplir con las exigencias de las preparaciones magistrales. Basta con hacer los pedidos por internet o Whatsapp y el producto llega a la dirección solicitada sin siquiera pedir una prescripción médica, incurriendo en una práctica ilegal.

Aunque en materia cosmética se encuentran en la base de datos del Invima más de 63 cosméticos que involucran cannabis dentro de su denominación, esto no significa que puedan venderse para fines médicos, pues son solo eso, cosméticos. En cuanto a medicamentos sólo existe un registro sanitario para un medicamento de síntesis química, pero hasta el momento, ningún medicamento fitoterapeútico registrado.

La diferencia con las cremas milagrosas que se ofrecen sin restricción y los productos farmacéuticos avalados por el Invima, es que los últimos, una vez se aprueben, estarán respaldados por estudios que sustentan su seguridad y eficacia para los usos que se autoricen en el registro sanitario.

Mientras los trámites de licencia de semilla, cultivo y/o fabricación siguen avanzando sin dar tregua, la sociedad sigue necesitando productos legítimos autorizados por el Invima y espacios de educación que orienten a los consumidores sobre el cannabis medicinal, los usos autorizados en Colombia y los canales a través de los cuales se podrán adquirir los productos terminados con fines médicos. Esto, sumado a controles más estrictos sobre la venta de productos sin registro sanitario, de seguro redundará en una cultura de cannabis medicinal mucho más informada y más lejos del estigma político y social.