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sábado, 3 de julio de 2021

Tras un poco más de un año de pandemia en Colombia, es indiscutible que todas las empresas han tenido que transformarse en diferentes niveles, pero tal vez, para muchas, el principal cambio está en la dinámica de las interacciones entre colaboradores impuesta por la implementación del trabajo remoto, que en muchas compañías ha implicado buscar otros modelos para la comunicación interna, el trabajo en equipo y el relacionamiento diario entre colegas. Pero, ¿qué tan positivos o negativos han resultado estos nuevos modelos de relaciones laborales?

La distancia física y la falta de una conexión con un espacio simbólico que representa a la compañía, como son las oficinas, ha generado que en algunos momentos las interacciones se mantengan en el mínimo laboral, dejando de lado la construcción colectiva y en otras circunstancias, incluso desconexión con la organización y sus procesos. Sin duda, estas situaciones han representado un reto, pero también una oportunidad para fortalecer la apropiación de las políticas y directrices.

Si bien a simple vista estar físicamente en un espacio puede parecer solo eso, compartir un espacio en realidad implica mucho más porque simbólicamente las personas asumen una cultura corporativa ligada a las directrices que la compañía dispone. El trabajo remoto podría desconectar ese sistema de códigos y políticas, que constituye la columna vertebral de la organización y la guía de comportamiento que aplica a todos sus colaboradores.

Contar con un código de conducta corporativo, además de salvaguardar la reputación de las organizaciones, darles mayor seguridad jurídica y facilitar la gobernanza al interior de las empresas, también resulta ser una ventaja competitiva, ya que garantiza la existencia de mecanismos y controles para evitar prácticas corruptas y fortalece la confianza a nivel interno y externo. Además, incentiva una noción colectiva de responsabilidad, pues sin importar la localización de los empleados, todos se regirán bajo los mismos principios y valores corporativos. El desafío ahora es que, con el trabajo remoto, las compañías puedan mantener esa cultura de cumplimiento bajo los mismos lineamientos que regían antes de la pandemia.

Aunque en principio creímos que trabajar en casa sería una situación a corto plazo, hoy se ha convertido en una realidad que seguramente será adaptada de una u otra manera por las compañías de manera permanente. En Basf, conforme pasaba el tiempo de distanciamiento, entendimos que mantener una relación cercana con todos los colaboradores es fundamental para superar la distancia física.

Este es el reto más grande, pues mantener la concientización e interiorización de las buenas prácticas de forma virtual es más complejo. Así, el diálogo efectivo y constante con los colaboradores es el paso más importante para mantener viva la cultura alrededor de la ética empresarial. Una empresa con un comportamiento ético será sostenible en el tiempo sin importar la distancia.

La nueva realidad que vivimos nos recuerda continuamente la importancia de la flexibilidad y adaptabilidad para las empresas. Si bien nuestros principios y valores no cambian, tener nuevos espacios de trabajo afectan el accionar general, pues ahora las esferas privadas y públicas de los empleados se han permeado.

Esto en definitiva puede ser una excelente oportunidad para reforzar el vínculo con nuestros empleados y sus familias, entendiendo que las buenas prácticas en nuestro espacio laboral pueden ser aplicadas en las dinámicas familiares y viceversa. Los canales digitales indiscutiblemente se han convertido en aliados y facilitadores de la comunicación rápida y efectiva, y en esta medida, debemos usarlos a nuestro favor para robustecer la cultura corporativa como base de la sostenibilidad de las empresas.