La posibilidad de ver a una mujer alcanzar la Presidencia de la República en cualquier país depende de la existencia de las condiciones estructurales, culturales y políticas que permitan el acceso y ejercicio del poder en igualdad de condiciones. ¿Estamos listos en Colombia? Respecto a las condiciones políticas, contamos con mecanismos que permiten la representación femenina en el poder y los partidos políticos han mostrado apertura y respaldo a mujeres con posibilidades reales de éxito. Tenemos además las condiciones económicas y educativas, porque nuestro país ha garantizado el derecho a la educación, ha garantizado la inserción en el ámbito laboral y ha trabajado por mitigar los efectos de las labores del cuidado en el aprovechamiento de oportunidades por parte de la mujer. El marco institucional, las normas, igualmente son garantistas en nuestro país, y dan a la mujer la protección requerida.
¿Qué nos falta entonces?
Culturalmente seguimos cargados de sesgos y prejuicios. La carga cultural en nuestro país sigue siendo la principal barrera para que como sociedad podamos aprovechar el aporte de la mujer en diferentes ámbitos. No solo en la esfera política. Quizás en todas las dimensiones de la sociedad. Desde el CESA, como escuela de negocios, nos preguntamos si estamos listos para más mujeres presidiendo las empresas y otro tipo de organizaciones, más mujeres en juntas directivas tomando decisiones estratégicas, y más mujeres presidiendo estos órganos de gobierno corporativo.
Ya contamos con las condiciones estructurales. Aun con las barreras históricas que enfrentamos, la mujer ha logrado darse un lugar en los equipos de alta dirección de las empresas y ha participado activamente en juntas directivas. En la actualidad, contamos con una base de datos de talento femenino munífica en el país y la región. Hemos formado 880 mujeres en gobierno corporativo en el Programa de Liderazgo de Mujeres en Juntas Directivas, en los últimos siete años. Además, hemos conformado un Banco de Hojas de Vida con más de 600 perfiles de mujeres, 96% de ellas en posiciones de alta gerencia, 70% con experiencia en juntas directivas, y de diferentes trayectorias profesionales. A través del Banco, que no tiene costo para la mujer ni para la empresa, hemos alcanzado más de 100 posiciones en juntas directivas, juntas asesoras, comités de apoyo a las juntas directivas, y posiciones de alta gerencia.
Sin embargo, el país cuenta con una participación de tan solo 23% de mujeres en las juntas directivas de las empresas listadas en Bolsa, y del 21% en las mil empresas más grandes del país. Todavía tenemos en las empresas de capital cerrado el 60% de las juntas directivas conformadas solo por hombres. Además, tan solo el 12% de las empresas en el mercado de capitales están presididas por una mujer, y en las empresas de capital cerrado el porcentaje es muy similar.
Estamos listos, pero no lo estamos. Sí contamos con el talento femenino pero no hemos entendido la importancia de llevarlo a las juntas directivas, unos órganos estratégicos que cuando cuentan con diversidad de género lograr un mejor impacto para las empresas, potenciando la rentabilidad, la innovación y la transparencia, entre otros aspectos. Se acercan las asambleas y esperamos que la recomposición de las juntas directivas nos permita seguir avanzando como país. En el 2018 la participación de la mujer en las juntas directivas era solo del 15%. Hemos avanzado, pero podemos hacerlo de manera más intencional, para alcanzar un 40%, que nos llevaría a juntas directivas balanceadas, con la participación de una masa crítica de hombres y mujeres con el talento necesario para dirigir la estrategia de las empresas en la región.
Esperemos vencer las barreras culturales y ver a la mujer aportar en los diferentes ámbitos como la arena política, el sector privado, el sector público, el sector educativo y, en general, las diferentes aristas de la sociedad. Que las personas más talentosas, independientemente de su género, ejerzan el poder para transformar y generar valor. Así, no será extraño ver una mujer en la Presidencia de la República, una mujer dirigiendo empresas y liderando instituciones educativas y juntas directivas, de manera regular.
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