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jueves, 13 de septiembre de 2018

Desde mi experiencia trabajando en la formación de estudiantes de derecho, tanto en la academia como en la práctica, y actualmente, enfrentándome a un reto en la formación de abogados estudiantes en una firma de abogados de gran trayectoria, he descubierto que son diversas las apreciaciones de los abogados de generaciones anteriores respecto a trabajar con millenials, siendo frecuente el oír lo retador que puede ser trabajar con ellos, cuando al mismo tiempo me descubro perteneciente a la misma generación.

Desde lo personal y profesional, el pertenecer a la generación del milenio me ha permitido descubrir y entender como los millenials, en el rol de abogados, nos caracterizamos por una fácil y rápida capacidad de adaptación a cambios tecnológicos, el desarrollo de gestiones multitarea, una buena preparación académica, un especial interés en vivir conectados y estar en permanente evolución.

En las firmas de abogados es notoria la brecha generacional existente entre millenials, la generación X y los baby boomers. Hay retos importantes en la comunicación, el uso de tecnología, la motivación para trabajar y las tutorías, que bien abordados permiten a los abogados nuevos adaptarse a un ritmo de trabajo en que sus intereses y preferencias logren conciliarse.

Lo anterior, me permite señalar la excelente oportunidad que es el combinar el talento joven con el de abogados experimentados y encontrar puntos de encuentro que logren persuadir sobre la importancia de adaptar las maneras de ejercer liderazgo en los millenials y pretender resultados con herramientas contundentes y efectivas. El primer punto es la comunicación. Es esencial un espacio en el que los millenials puedan expresarse y comunicar sus expectativas y metas, para que en ese escenario concertado se fusionen sus intereses con los procesos exitosos ya implementados por abogados con mayor experiencia. Así podrán transmitirles la dinámica propia del trabajo de la firma con resultados sorprendentes en su desempeño.

El segundo, es facilitarles capacitación en tecnología. Los millenials son nativos digitales, hay que aprovechar su facilidad de aprender de tecnología por ser uno de sus intereses primordiales. El tercero, es darles a conocer con claridad el entorno en el que trabajan. Los millenials son una generación de espíritu altamente competitivo que apetece trabajos importantes y de alto impacto, aspecto que puede llevar a pensar que los millenials quieren estar en silla de socio con pocos años de experiencia. En este punto se encuentra el mayor reto para el líder, quien es el encargado de mostrar el escenario completo, la importancia de su trabajo en los grandes proyectos, la forma en la que puede destacarse, transmitiéndole experiencias que le permitan cuestionarse y lograr protagonismo desde su rol de abogado en formación.

Por último, es evidente la importancia de las tutorías. Resulta sorprendente la necesidad de un millenial de ser retroalimentado en el trabajo. Permítale saber cómo puede mejorar sus habilidades para escribir, manejar proyectos, ser productivo, anticipar necesidades, tener un balance y, en un punto, verá esa actitud holística del abogado que tanto quiere.

Sin duda el reto de los abogados con mayor experiencia es inmenso, ser un formador no es asunto de todos, sin embargo, eso no sustrae la necesidad de que exista una sinergia en el trabajo en la firma que impida esa alta rotación de abogados jóvenes de trabajo en trabajo, con falta de identidad en cualquier entorno y sin posibilidad de desarrollar su potencial.