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lunes, 9 de octubre de 2023

El 26 de julio de 2016 escribí en este espacio mi primera columna sobre el VAR, para aquella época ni siquiera se había denominado VAR utilicé el término Repetición Instantánea como se denomina en las ligas profesionales americanas, donde se utilizaba esta herramienta con éxito. Nuevamente, el 14 de noviembre de 2017 cuando el VAR era una realidad indiqué que “… A veces las soluciones crean más problemas de lo que pretenden corregir”. El 29 de marzo utilicé un título parecido al de la columna de hoy.

Acabar el VAR, y dije: “El VAR ha invadido nuestro fútbol con mucha pena y muy poca gloria. Desde aquel penal que un árbitro húngaro pitó en contra de Nacional en la semifinal del campeonato mundial de clubes hasta hoy cada vez es más desatinada, desagradable y poco útil esta herramienta.”

Hoy, lunes 9 de octubre de 2023 tengo más motivos para desear que se acabe definitivamente el VAR. La realidad es que la herramienta terminó superada por quien la maneja, quien la reglamenta y quien la programa. Vimos en el partido de la semana pasada entre Liverpool y Tottenham como se anuló un gol perfectamente válido de Luis Díaz.

Cada vez es son más sospechosas las decisiones del VAR; líneas que debían ser rectas y paralelas a las que delimitan el campo se tuercen, se hacen más gruesas o más delgadas, aparecen teorías sobre si se debe proyectar la línea con la rodilla, el hombro o la nalga del jugador y dependiendo de la parte del cuerpo unos dicen que hay y otros que no hay fuera de lugar. Adicional a esto, los jueces de línea cada vez levantan menos la bandera para señalar el fuera de lugar o lo hacen de manera tardía para que sea desde el VAR que indique si hay o no fuera de lugar.

Es evidente que cualquier patada, en cámara lenta es mucho más impresionante que vista a velocidad normal; los árbitros miran cinco y seis veces una falta desde todos los ángulos posibles y es lógico que se amplíe la falta y se sancione con mayor rigor al infractor. No todas las faltas son estudiadas por el VAR, al final hay una persona que es la que considera si determinada infracción debe ser analizada o no por el VAR.

Adicional a lo anterior hay conversaciones sospechosas entre los operarios de las cámaras y el árbitro, los equipos perjudicados por actuaciones del VAR, piden copia de las grabaciones para entender la forma en que los árbitros toman decisiones con esta ayuda.

Al final no se eliminó el error arbitral, se trasladó a otras personas que son las que proyectan líneas, consideran que determinada falta debe ser analizada o indican que tal jugador cometió una falta en el área. Es decir que los errores humanos persisten y el ritmo de juego se perdió, en Colombia dos análisis del VAR de nuestros rapidísimos árbitros puede representar mas de diez minutos de pérdida que se recuperarán con solo dos o tres.

Las suspicacias cada vez son mayores y el árbitro no indica por qué motivo tomó tal decisión; en Rugby y en las ligas norteamericanas el árbitro mediante altoparlantes informa los motivos de la decisión después de haber revisado el video. Acá parece que no se puede hacer esta sencilla operación.

Al final prefiero un gol con la mano, un gol fantasma en el que no hay certeza si la pelota entró totalmente al arco o una patada furtiva a tener que esperar 5 minutos para tratar de entender lo que un árbitro y cuatro colegas analizan y deciden y que muchas veces no se entiende. Para concluir prefiero futbolistas complicados que árbitros y técnicos del VAR tramposos.