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martes, 16 de agosto de 2022

Es muy probable que hace 50 años el ajedrez haya conocido su momento de mayor popularidad. En la lejana Reikiavik, Robert Fischer y Boris Spassky, un gringo complicado, testarudo y bastante solitario desafió a un ciudadano de la Unión Soviética y todo su equipo compuesto por campeones mundiales y grandes maestros por el campeonato mundial de ajedrez, que durante más de 30 años había sido ganado por ajedrecistas del lado de allá de la cortina de hierro.

En todo el mundo este singular deporte fue reconocido y las 21 partidas fueron seguidas mundialmente (en realidad solo fueron 20 pues Fischer no se presentó a la segunda y la perdió por incomparecencia).

El ajedrez siguió su particular desarrollo y el 10 de febrero de 1996 una máquina, la super computadora de IBM, Deep Blue, logró ganar una partida al campeón mundial Gary Kasparov. Con la irrupción de las super computadoras el ajedrez perdió atractivo, los jugadores entrenan con estas máquinas y aprenden de manera que las primeras 15 o más jugadas de una partida son memorizadas y jugadas automáticamente por los mejores jugadores. Igual los comentarios de quienes analizan las partidas simplemente se reducen a contar lo que los grandes computadores muestran.

El ajedrez en estos momentos está en crisis y se plantean algunas soluciones para recuperar lo que las máquinas le quitaron. El fútbol, aunque de manera diferente, ha venido siendo invadido por las computadoras, no solo el VAR , también la irrupción de estadísticas provistas por las casas de apuestas hace que cada vez este deporte pierda.

Empecemos por el VAR, uno de los temas que más molesta es la tardanza en validar un gol; el grito y el abrazo se pospone dos o más minutos mientras un señor metido en algo parecido a una cabina telefónica analiza la jugada y decide.

Igualmente incómodo son jugadas ocurridas dos o tres minutos antes que sean analizadas y, como dicen los desafortunados periodistas, retrotraen la jugada para sancionar algo que el árbitro no vio. Con el VAR, seguramente la final del mundial de Inglaterra con el gol fantasma inglés y los cuartos de final de 1986 con la mano de dios de Maradona habrían tenido otro resultado.

Ahora se plantea hacer un análisis inmediato del fuera de lugar, sin necesidad de recurrir al juez de línea. Creo que el VAR es necesario para algunas situaciones puntuales, como aquella mano de Thierry Henry previa a un gol que eliminó a Irlanda, pero sobra en muchas jugadas intrascendentes.

Ni que decir de los periodistas, ahora lo más brillante para estos genios es decir el porcentaje de tiempo que un equipo ha tenido la bola o el número de pases acertados. Esto no es comentar un partido, simplemente es recitar unos datos que una máquina entrega.

Me temo que esta dependencia puede desmejorar el fútbol que hasta hace unos pocos años era el espectáculo por excelencia desde el punto de vista deportivo y comercial. Depender de una máquina para supuestamente mejorar este juego me parece complicado y le hace perder espontaneidad.

El caso no es tan evidente como en el ajedrez, pero los deportes tienen mucho de espontáneo y las máquinas le quitan este componente que muchas veces mejora el espectáculo. No hablo de hacer trampa como algún gol con la mano por todos conocido, pero sí analizar al milímetro un fuera de lugar me parece innecesario.

El VAR en sus justas proporciones mejora el partido y le da mas credibilidad, utilizado excesivamente hace de un partido un recorte de jugadas y análisis en la cabina telefónica, que aburre y no porta mucho.