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martes, 22 de marzo de 2022

La guerra en Ucrania trae consecuencias al deporte, antes que nada las expulsiones de FIFA para la federación rusa y de UEFA a los equipos profesionales rusos que participaban en los campeonatos europeos. Evidentemente se espera la defensa de estos en el TAS que sin embargo se negó a tomar una media previa de suspender la sanción, adicionalmente tampoco se pidió un proceso acelerado por lo que seguramente el laudo saldrá después del mundial con hechos ya consumados.

Llama la atención las sanciones que el gobierno inglés y la premier league impusieron al dueño del Chelsea, un oligarca ruso con claras conexiones con el señor Putin. Se ordenó "una congelación total de activos y la prohibición de viajar" por ser alguien "cuyos imperios empresariales, riqueza y conexiones están estrechamente relacionados con el Kremlin". La premier por su parte retiró de la junta de dueños al del Chelsea por lo que deberá buscar comprador para que el equipo siga funcionando. La semana pasada los jugadores debieron viajar a Lille en clase turista, algo inusual para estos privilegiados, que sin embargo no manifestaron mayor molestia.

Siempre acertado el técnico alemán del Liverpool Jürgen Klopp indicó de manera adecuada que desde hace mucho tiempo se sabia de donde venía el dinero y las formas no solo del señor dueño del Chelsea sino del nuevo comprador del Newcastle un fondo soberano de Arabia Saudí y lo que podría pasar.

El tema del a propiedad de los clubes de fútbol trae muchas opiniones encontradas sobre quien debe manejar una entidad que representa para terceros muchísimo más que un color o un estadio. Están aquellos clubes manejados por una sola persona, como el Chelsea o por unas pocas como el Liverpool. Algunos como el Paris Saint Germain y el Manchester City sus dueños son fondos soberanos de países petroleros que poco les importa el gasto a efectuar siempre y cuando se gane, casi que a cualquier precio. Estos señores no están acostumbrados a competir en igualdad de condiciones. La eliminación del equipo de Paris hizo que al final del partido el presidente de este equipo intentara agredir a los árbitros.

Salvo el origen de los recursos, Colombia vivió una situación similar en los años 80 donde varios los equipos profesionales formaban parte de las entretenciones de personas con cantidades descomunales de dinero y pocos escrúpulos que poco le trajo, al largo plazo, a nuestro maltrecho fútbol.

La situación alemana es bien diferente desde el punto de vista societario, salvo contadas excepciones, los equipos son de sus hinchas o al menos las decisiones las toman estos. La regla 50%+1 obliga a los equipos que quieran competir a tener al menos el 50%+1 de los votos en cabeza de sus aficionados. Es una forma interesante. En Alemania los equipos son sociedades anónimas pero serán estos mismos quienes tengan el 50%+1 las acciones para que sean los asociados quienes decidan el rumbo el club. Algunas excepciones hay, el Wolfsburgo y el Bayer Leverkusen. Estos equipos tienen una base enorme de hinchas que le permiten competir de igual a igual con los millonarios de fuera de Alemania. Lógicamente es una gestión mucho más cuidadosa y que mira los intereses deportivos del equipo que si bien no deja a un lado el tema financiero, no es el principal asunto.

No existe un modelo exitoso per se, es sin embargo mucho mas estable aquel que les permite a sus aficionados tomar parte en las decisiones del equipo. En cualquier momento, como le ocurre en este al Chelsea, las fuentes inagotables de dinero se agotan y los equipos quedan a la deriva.