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lunes, 18 de febrero de 2019

Ya ha ocurrido dos o tres veces en que los jugadores del Tolima se sienten engañados cuando sorpresivamente y a pocos meses de que aparentemente finaliza el contrato de trabajo y que por lo tanto el jugador quedaría libre, aparece uno nuevo con tres años más de vigencia, que el jugador afirma no haber firmado y que, lo ata por tres años más a un club al que no quiere hacer parte. Toda esta es información, recogida por prensa, en el caso de Omar Albornoz y por supuesto el Deportes Tolima.

La estrategia utilizada por el Tolima club es hacer firmar dos contratos sucesivos por tres años de manera que el jugador queda atado al club por seis años. Desde el punto de vista laboral no tiene ningún problema esta práctica, es más, si ninguna de las partes manifiesta la intención de no dar por terminado el contrato, un contrato a tres años se entendería renovado de manera automática por otros tres. Lo que es reprochable es hacer esto engañando al jugador (al menos eso dicen en prensa).

La actividad profesional del fútbol está regulada por varias fuentes, constitución, leyes, reglamentos y por supuesto, por los acuerdos inter partes. Todo este cúmulo de normativa ofrece al club y a los jugadores herramientas para diseñar un contrato de trabajo a la medida de las necesidades de deportista y entidad empleadora. Existen prorrogas, opciones, ampliaciones del término y muchas otras que utilizadas de manera inteligente le permiten a un club contar con un buen futbolista por más de tres años y a este trabajador buenas sumas de dinero.

Utilizar un contrato standard y forzar modificaciones gracias al poder que tiene un club o al engaño es relativamente sencillo aunque a mi modo de ver contraproducente, gestionar los acuerdos, negociar tranquilamente y con tiempo los nuevos contratos, pactar cláusulas que beneficien a ambas partes es difícil, cuesta, requiere paciencia para que vía autocomposición se logren acuerdos interesantes para el club a cambio de dinero para el jugador.

Ni Coldeportes, a pesar de haber sido objeto de un fuerte llamado de atención de la Corte Constitucional, ni la propia Dimayor toman cartas para evitar que algunos equipos hagan este tipo de trapicheos, todavía hay clubes que tranquilamente dejan de pagar a sus jugadores más de tres meses, otros que manejan dobles contratos o que eluden los pagos a seguridad social y parafiscales. El efecto bumerang es evidente, las entidades de control cada vez más están pendientes de los clubes, muchos de los cuales tienen procesos con la UGPP que entendió que la dinámica del fútbol profesional era simplemente desatender normas laborales y tributarias sobre salarios. La Dian está investigando pagos en moneda extranjera que los equipos hacen a los jugadores. Los jueces laborales y de tutela que ya entienden los problemas jurídicos del fútbol fallan casi siempre a favor de los jugadores.

Los contratos de trabajo de los jugadores pagan unos salarios altísimos, es cierto, los técnicos, cada vez más extranjeros en Colombia, también acuerdan salarios enormes y en moneda extranjera hecho que aumenta los costos pues, es norma que los clubes asuman los impuestos de sus jugadores de manera que un salario acordado por, digamos $10 millones será para el club de unos $15 millones pues, esos $10 millones los recibe netos el jugador.

No será el momento de mirar qué hacer y sobre todo ¿qué hacer bien y así poder trabajar más tranquilos?