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lunes, 18 de noviembre de 2019

En la Edad Media se condenaba a los herejes luego de someterlos a una “prueba diabólica” que consistía en tirar amarrado al acusado a un río, si se ahogaba se consideraba inocente, si flotaba era culpable y muy seguramente iría a la hoguera es decir poco se podía hacer para salvar el pellejo; actualmente es unaprueba diabólica aquella que el acusado deberá, por ejemplo, demostrar que algo no ha ocurrido, la inexistencia de algo, o su propia inocencia en un proceso judicial, totalmente en contravía con las teorías del derecho penal actual.

Pues bien, la tan ponderada lucha contra el dopaje basa todo su andamiaje jurídico de esta manera; quien presenta un resultado analítico adverso deberá probar que no se dopó y como en el caso de los herejes si confiesa lo sancionan y si no lo hace, también lo sancionan.

Me explico, una de las formas de lograr la reducción de la sanción en un proceso de dopaje es indicando como entró la sustancia prohibida al organismo y lograr “demostrar” que no hubo intención de mejorar el rendimiento. Ocurren dos situaciones, que el deportista sepa como entró en su organismo lo que aumenta la sospecha de ingesta voluntaria de una sustancia prohibida para mejorar el rendimiento y la probabilidad de una sanción es muy alta, o que el deportista no sepa, momento en el cual será sancionado, precisamente, porque no sabe cómo entró la sustancia prohibida a su organismo.

Cada vez me asombro más como grandes abogados, ministros y directores de organizaciones deportivas consideran normal esta situación y los deportistas se desesperan cuando de manera absolutamente involuntaria consumen una sustancia prohibida, o peor, no saben qué diablos ocurrió para que apareciera algo que desconocen totalmente.

Basados en este principio en Italia se condenó a un atleta, Giuseppe Gibilisco, a cuatro años de suspensión pues en su agenda había unas letras extrañas que se repetían de manera periódica y según los juzgadores se trataba de las sustancias prohibidas que se debía tomar de manera periódica y quien juzgaba consideró que esto era una prueba clara de “intento” de dopaje, repito intento. Otra de las consideraciones para sancionar a este italiano es que es (o era, no lo sé) de un médico que se sospechaba ayudaba a algunos deportistas a doparse.

Hoy en día está claro que, en muchos países, México, Colombia, China hay carne contaminada con varios productos de la lista de sustancias prohibidas. Cualquier deportista que salga positivo por alguna de estas sustancias deberá probar que la carne que consumió estaba contaminada, la que consumió, no la carne del país o que se vende en la zona y al parecer la única prueba admisible es que parte de la carne consumida sea analizada, es decir, que deberán llevar una bolsita cada vez que van a comer para guardar un poco de carne.

Todo es absurdo, las organizaciones sancionan deportistas que no saben que pasó, el código defiende a los laboratorios que pueden realizar todo el proceso de toma de muestra de manera irregular, sus funcionarios pueden cometer errores en la manipulación, conservación de la muestra y en la cadena de custodia de esta y nada puede ser empleado en beneficio del deportista. No me parece justo este sistema, no ayuda a prevenir el dopaje, no propende por un deporte limpio; busca sancionar de la manera mas fácil y deja a los deportistas en situaciones lamentables pues todo el mundo dirá que quien es sancionado fue por tramposo y no por comer carne contaminada.