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lunes, 29 de mayo de 2023

La semana pasada dos situaciones de racismo afectaron el fútbol profesional; por una parte al jugador brasilero Vinicius, en la ciudad de Valencia en un partido contra el Real Madrid y en la ciudad de La Plata en la Copa Sudamericana a Rodallega y otros jugadores afrocolombianos les dijeron toda clase de insultos racistas.

Lo primero que hay que indicar es que los insultos racistas son bastante habituales en el fútbol español; cada vez son menos deseados pero han sido parte del folklore de esa liga. Hace algún tiempo el bárbaro Jesús Gil y Gil indicó que al negro (por el Tren Valencia) le iba acortar el cuello. En general a la afición española y al periodismo le pareció una anécdota de poco calibre hasta divertida.

Desde esa época a los colombianos nos dicen narcotraficantes, a los africanos monos y a los de los Balcanes gitanos y no pasa nada, algunas veces la prensa buenista considera que eso no se debe hacer pero poco o nada ocurre.

Es interesante ver como la reacción de las autoridades que dicen combatir el racismo frente a estos temas; cuando un jugador o un equipo amenaza con retirarse del campo de juego por manifestaciones claramente racistas como es lanzar bananos al campo de juego, siempre dirán el fútbol por encima de todo y eso no es fútbol, que son unos pocos. La realidad es que cada vez tenemos más insultos racistas y la reacción de las autoridades cada vez es más floja.

No sé donde apareció la moda de sancionar a parte de una tribuna pero cada vez es más común la sanción a una tribuna o a una parte de la tribuna. Eso no tiene sentido, es como si a un jugador que expulsan por una mano que evitó un gol, en el partido siguiente le permiten jugar pero con la mano amarrada. Si se sanciona al jugador se sanciona a todo el jugador, sé que suena ridículo pero ahora sancionan a una afición, a un estadio pero solo a un pedazo de este, antes eran tribunas completas, ahora son parte de la tribuna y seguramente en poco tiempo será a uno o dos asientos.

La lucha contra el racismo no es seria; hace poco tiempo sancionaron a Cavani por saludar a un amigo que le dijo negrito, término perfectamente usado en Sudamérica con amigos y colegas, pero poco pasa cuando a un jugador lo insultan permanentemente en un partido o le tiran bananos.

Hay una visión muy dirigida hacia la prensa en esta materia que no logra erradicar el racismo, la xenofobia o el machismo. Sancionan para que sea noticia no para intentar erradicar con este flagelo. Personalmente creo que si desean erradicar el racismo del fútbol las sanciones deben ser serias y sobre todo ciertas; los jugadores, clubes e incluso los seguidores deben tener certeza que una conducta con estas características le acarreará consecuencias negativas a su equipo y por supuesto a ellos mismos.

Suena muy bonito decir “say no to racism” pero al final decir, es fútbol y debe seguir, la mayoría no es racista y no podemos sancionar a muchos por unos pocos. Es precisamente en estas multitudes que los racistas, xenófobos o machistas se esconden para manifestarse en contra de color, sexo o nacionalidad.

Lo ocurrido la semana pasada volverá a ocurrir muchas veces, en España donde se trata despectivamente a los sudacas y a los moros o en argentina donde cualquier persona que vive mas al norte de Salta es un mono. Mientras las autoridades sigan diciendo que eso está mal pero no pase nada, todo seguirá igual y cada dos o tres fechas veremos africanos, colombianos, brasileros o balcánicos a los que les dirán negros, monos, gitanos o narcotraficantes.