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lunes, 13 de marzo de 2023

El béisbol, que fue el pasatiempo nacional en los Estados Unidos tal vez hasta entrados los años 70’s del siglo pasado, vio decaer su audiencia frente a deportes nuevos y más rápidos como el básquet o el fútbol americano. Quienes disfrutamos de este deporte entendemos que es un juego lento que no depende del reloj y que durante mucho tiempo es posible que la acción sea hasta tediosa, pero en muy pocos instantes todo se desarrolla a una velocidad asombrosa. Un home run, un robo de base o un double play son momentos fantásticos.

Desafortunadamente este béisbol no es el mas entretenido para las nuevas audiencias que generalmente están mirando el partido y tienen otra pantalla en la mano, de esto se dio cuenta la dirigencia y decidió cambiar las reglas, hacer más rápido el juego y evitar largos momentos tediosos. Para esto modificaron algunas reglas entre las que se encuentra un nuevo reloj que hace que lanzador y bateador tengan que jugar mucho más rápido. La medida se implementó el año pasado en ligas menores y para la temporada que empieza en unas pocas semanas empezará a hacer parte de las ligas mayores.

Dos reflexiones me deja esta situación; el primero es que ningún deporte puede considerarse permanentemente el rey de la audiencia, lo que ayer era una actividad entretenida puede dejar de serlo en beneficio de otra diferente o por el cambio de audiencia. La segunda es que frente a esta situación la reacción de la organización del deporte debe actuar de manera ágil para evitar pérdidas importantes de audiencia y sobre todo de dinero.

Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el fútbol es la forma en que se mide el tiempo y sobre todo la manera en que algunos equipos juegan para evitar que algo pase. En Colombia son famosos varios equipos que desde el primer minuto de juego hacen detener el partido con aparentes lesiones de sus jugadores, conversaciones al árbitro y toda clase de argucias para evitar que se juegue realmente. Aunado a unos árbitros que parecería que esto les agrada hacen que 90 minutos acabe en menos de 35 jugados efectivamente; más complicada es la situación cuando los árbitros se demoran más de 7 minutos en tomar una decisión apoyados en el VAR, tres decisiones en un tiempo llevan al garete cualquier posibilidad de un partido fluido. En el mundial pasado se vio como la adición de minutos al final de cada tiempo aumentó de manera importante mas de 10 minutos se podían adicionar tranquilamente en un intento de FIFA por evitar lo que acá se narra.

Desde hace mucho tiempo se ha pedido por parte de algunos hacer una medición de tiempo efectivamente jugado como en el básquet o el fútbol americano, seguramente no 45 minutos, sería demasiado pero un partido de 35 minutos efectivamente jugados puede llegar ser una solución a este fenómeno. Varios problemas pueden tener esta solución, la medición efectiva del tiempo no es fácil de implementar y al igual que con el VAR aparecerán dos juegos, el que tiene tiempo efectivo y el que no, por otra parte, la táctica de “quemar tiempo” es perfectamente válida y defendida por puristas.

Algo habrá que hacer para evitar juegos desesperantemente lentos que atentan contra el espectáculo y hacen que los aficionados cada vez sean menos. Las nuevas audiencias difícilmente van a ir a un partido donde poco se juega y entre camillas, árbitros dialogantes y jugadores que se retuercen y que a los tres segundos, luego de tres o cuatro de detener el tiempo de juego, están listos a jugar nuevamente.