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lunes, 26 de septiembre de 2022

El pasado miércoles en Tuluá gran cantidad de energúmenos hinchas del Deportivo Cali se saltaron la valla del estadio donde este equipo jugaba contra Cortuluá para agredir al, en su momento, director técnico de Deportivo Cali, el señor Mayer Candelo y a la figura del equipo el goleador Teófilo Gutiérrez. Ambos fueron agredidos ante la mirada atónita de las personas encargadas de la seguridad del espectáculo que fueron desbordados por esta horda de delincuentes.

Esta no es la primera vez que pasa algo así en los estadios de Colombia, y de no hacer algo realmente contundente, no será la última. La historia tiene varios matices que hay que comentar. El primero es que no hace mucho el Deportivo Cali facilitó las tribunas de su estadio para que estos energúmenos posaran con sus banderas y unas que parece les habían robado a los energúmenos que siguen al Deportivo Independiente Medellín. Unas fotos bastante desafortunadas que mostraron la convivencia o aparente convivencia de la dirigencia del equipo con sus barras bravas. Luego de semejante barbaridad el deportivo Cali sacó un comunicado que indicaba que les habían prestado la tribuna a estos tipos para secar las banderas. Sea para secar las banderas o para exhibir los trofeos de la barra brava, es evidente que hay, o había una buena relación entre energúmenos y dirigentes del Deportivo Cali, solo a los amigos se les presta el estadio. Esto inicialmente es un error e inclusive una infracción, no puede haber ninguna relación entre la dirigencia de un club de fútbol y las barras bravas.

No hace mucho tiempo ocurrió lo mismo en el estadio de Santa Marta donde un enfrentamiento entre barras bravas de Junior y Unión Magdalena dejó un muerto. Cada vez estamos más cerca de una tragedia de proporciones importantes.

Las sanciones, jugar a puerta cerrada, para estadios como el de Santa Marta o cualquiera otro con poca hinchada no es muy grave para los equipos, abrir el estadio para pocos hinchas es caro, se ahorran en logística y otros costos por lo que puede que no sea bienvenida la sanción pero es soportable. Diferente es en plazas como Bogotá o Cali donde la Dimayor suspende pedacitos de tribunas, una medida francamente tonta que ya han recibido algunos equipos.

No creo en la bondad de estos grupos de desadaptados, sin embargo algunos dirigentes me indican que es una de las pocas actividades en las que nos podemos diferenciar con el fútbol europeo; los estadios tienen un “sabor”, dicen ellos, diferente que mejora radicalmente el espectáculo. No hace poco el actor Matt Damon narró la odisea y el peligro que implica ir a la Bombonera por la presencia de la barra de Boca. “nos retuvieron como en una especie de jaulas” dice Damon entre otras linduras que debió afrontar por ir a este espectáculo con “sabor”. No esto no es sabor ni nada, daña el espectáculo y pone en riesgo la vida de jugadores, organizadores y personas que quieren ir a ver un partido sin saltar ni gritar.

Si no se sanciona con contundencia, seguramente los problemas serán cada vez mayores hasta que ocurra una tragedia; la quita de puntos es la única medida que realmente logra que los energúmenos de turno entiendan que eso no es apoyar a su equipo y que su comportamiento puede llevar al descenso a el equipo adorado. El fútbol colombiano está de capa caída y estas personas son un factor dentro de muchos que alejan a la gente de los estadios y desmejoran el espectáculo. Hay que sacarlos de la tribuna como se hizo en Inglaterra y se mejoró el espectáculo hasta volverlo la mejor liga del mundo.