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viernes, 10 de febrero de 2023

Con la declaración pública de Jet Smart en el sentido de haber dirigido una comunicación oficial a Viva Air con la manifestación de interés por adquirirla, se ha puesto en evidencia el laberinto creado por Avianca alrededor de este tema, en el que parece haber logrado extraviar a la Aerocivil. Avianca ha dicho insistentemente que no ha perfeccionado la operación de compra de Viva Air a la espera de la autorización de la Aerocivil, pero al mismo tiempo emitió un comunicado en el que, palabras más, palabras menos, dice no haber recibido ofertas para venderla y no estar interesado en hacerlo.

La pregunta que se hace urgente resolver entonces es: ¿Quién tiene a estas alturas en realidad la atribución de aceptar o rechazar la oferta de Jet Smart? Avianca, que dice no haber comprado por no tener los derechos políticos de Viva pero sale a rechazar la oferta sin ser el destinatario de la misma, o Viva que dice no haber vendido por conservarlos y guardar silencio habiendo recibido la manifestación de interés de Jet Smart.

Todo este galimatías se habría evitado si, en lugar de integrarse ilegalmente con Avianca sin obtener previamente el permiso de la Aerocivil, Viva Air fuera hoy una empresa realmente independiente decidiendo quién habría de ser su adquirente. Uno con el que daña al mercado y a los usuarios, o uno con el que no.

La Aerocivil ya había contribuido al inicio del año a empeorarlo todo. En sorpresiva decisión, luego de haber objetado en primera instancia la integración entre Avianca y Viva Air, ordenó anular lo actuado e iniciar el trámite desde cero. La decisión se adoptó arrancando el mes de enero, a pocos días de la posesión del nuevo director, y la firmó una funcionaria que poco y nada tiene que ver con estos temas dentro de la entidad, que no era la primera instancia del trámite, pero tampoco la segunda, una especie de purgatorio jurídico sin ningún respaldo legal para proceder.

La funcionaria estuvo apoyada por un grupo de profesionales tan ajenos al tema como su jefe, quienes se tomaron escasos tres días hábiles para echar atrás la decisión adoptada en noviembre de 2022 de objetar la operación. Allí se explicaban ampliamente las razones que descartaron que Viva es una empresa en crisis cuya única viabilidad en el mercado depende de ser adquirida por Avianca, tesis argüida sin éxito por las aerolíneas solicitantes hasta entonces.

Las empresas habían apelado esa decisión y para el director del Aerocivil no había camino diferente a decidir si revocaba o no la objeción de la operación adoptada en primera instancia. En lugar de ello, encontró un pretexto para conceder tiempo a Avianca y Viva Air, empezar de cero y en cero el partido que iban perdiendo por goleada, circunstancia muy conveniente para terminar de ejecutar su libreto, hasta que apareció Jet Smart.

Hoy, con el tiempo en sus manos, Avianca en control absoluto del negocio de Viva -qué pruebas faltan- manda, a través de su adquirida, señales de la supuesta agudización de la crisis económica, la más reciente mediante comunicado de prensa publicado en redes sociales el pasado 3 de febrero, en el que Viva anunció que entregaría 17 frecuencias semanales que conectaban desde y hacia Cali con el caribe colombiano. Ya podrán imaginar quién será el principal y obvio beneficiario de dicha decisión.

La supuesta crisis de Viva habría llegado en un inmejorable momento. Se descubrió justo después de que Avianca la adquiriera sin contar con la debida autorización y, precisamente, cuando se hizo necesario subsanar tal omisión con la solicitud correspondiente ante la Aerocivil. En efecto, desde que Avianca obtuvo el control de Viva, sobrevino para esta la conveniente crisis, que contrasta con las prometedoras perspectivas que tenía la aerolínea y con su desempeño sobresaliente hasta principios de 2022.

Brillante estrategia, lo que Avianca no logró hacer en más de una década a través de una competencia efectiva y por los méritos –debilitar a su rival, arrebatarle sus rutas y clientes– lo hace mediante la ilegal adquisición del competidor que le había quitado gran participación de mercado, superó la pandemia con mejores números y es la única empresa representativa del segmento de bajo costo que mayor presión competitiva le implicaba.

Un nuevo vericueto tendrá que atender la Aerocivil antes de tomar una decisión, ojalá no se vuelva a extraviar. Pues si acaso va a dar ahora crédito a la supuesta crisis de Viva Air que había descartado, no podrá dar la espalda a su responsabilidad como autoridad de competencia de establecer si otros compradores generan menos restricciones a la competencia.