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viernes, 29 de noviembre de 2019

El destilado internacionalmente conocido como tequila es una bebida de origen prehispánico de la familia del mezcal que ha venido siendo elaborado ancestralmente en territorio mexicano. Su producción toma como insumo principal un cactus conocido como planta de agave tequilana weber variedad azul, que es sembrado y cosechado en la región de tequila en el Estado de Jalisco, México.

Si bien el tequila ha obtenido un éxito comercial rotundo, el tema que nos atañe es el de su protección como denominación de origen, un derecho de propiedad intelectual que se otorga sobre un signo distintivo referido a las cualidades y características particulares de las que goza dicha bebida, sustentada en procesos que van desde el territorio en el que se cultiva la planta, su recolección, producción, el proceso de maduración y hasta el proceso de envasado.

Con la obtención de una declaratoria de protección mediante denominación de origen se consolidó un valor agregado que se ve reflejado en el mercado a partir de factores como su precio, la salvaguarda de su correcta utilización, la represión de la competencia desleal, así como una exigente vigilancia en su proceso de producción, a través de Consejo Regulador del Tequila, ente que se encarga de su defensa y promoción. Este signo distintivo también consolida confianza además de motivar y generar una mayor profesionalización de la investigación de los factores naturales y humanos característicos de la región tequila.

Existen dos clases de tequila protegidos conforme a la norma oficial mexicana. Una primera categoría de tequila 100% de agave que se elabora a partir de los azúcares extraídos únicamente del agave azul. También se cuenta una categoría de tequila en la que es posible que en su elaboración se utilicen hasta 49% de azúcares ajenos al agave.

Vale la pena resaltar que en México se han invertido recursos para dar sostenibilidad al aspecto geológico. Las particulares características del suelo de la región de tequila están determinadas por la presencia de ciertos nutrientes esenciales para el cultivo del agave azul, a las que se suman las condiciones naturales de dicha región, tales como el ph de la tierra, los niveles freáticos y la exposición a la luz. Estudios realizados por el Servicio Geológico Mexicano han permitido identificar dieciséis elementos químicos esenciales para lograr el metabolismo particular del agave, que determinan que la planta sea sana y de alta calidad para obtener el tan exquisito destilado.

Asimismo, es importante señalar que, derivado de la producción del tequila, en la región se ha logrado consolidar un destino turístico de relevancia tanto nacional como internacional. El paisaje agavero, que se conforma por millones de plantas de agave azul, llama la atención de propios y extraños, motivando la visita de turistas que provienen de diferentes latitudes para enterarse del proceso productivo. Si a lo anterior le sumamos las majestuosas construcciones de haciendas productoras de tequila, se logra un original recorrido turístico, que incluso dio lugar a que desde 2006 se incluyera en el registro en la lista del patrimonio mundial.

En síntesis, toda la inversión en tiempo, recursos y esfuerzos por dar sustento a la producción del tequila no ha sido en vano; ha sido una gran apuesta por la defensa de una bebida tradicional que ha logrado llegar a diferentes destinos en el mundo, evidenciando un crecimiento exponencial en un plazo muy corto, labor en la que la denominación de origen ha tenido importancia mayúscula