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lunes, 10 de diciembre de 2018

La justicia es un bien público esencial que debería estar a la mano de todos los ciudadanos. Siendo tan esencial como lo es, por ejemplo, el servicio de acueducto, debería llegar a la puerta de la casa de cada uno de nosotros, como llega el agua a la llave. La justicia debería fluir por todo el territorio, especialmente en las zonas más apartadas de las ciudades, para que sirviera de mecanismo de compensación de las graves iniquidades que hay en nuestra sociedad. La justicia debería ser sencilla, gratuita y de fácil acceso para todos. Todo aquel que, por cualquier motivo, víctima o victimario, sintiera la necesidad de acudir a la justicia, debería poder hacerlo sin dudarlo y sin temer.

Siempre que cualquier persona fuera víctima de una agresión o quedara involucrado en cualquier tipo de controversia o conflicto, la primera opción de solución o remedio que debería llegar a su mente debería ser la justicia. La justicia debería ser la primera opción de todos, aún para los conflictos menores o cotidianos, incluso para los casos en que no se ha consumado un evento que lamentar y se requiere alguna intervención a modo preventivo. La justicia debería manejarse con un lenguaje y unas formas simples y de muy fácil comprensión y aprehensión, de modo que fuera accesible para todos, incluyendo campesinos, amas de casa, niños, jóvenes, personas no profesionales y profesionales de cualquier ramo.

Para llegar a la justicia no debería requerirse abogado, su uso no debería producir ningún tipo de temor o prevención y debería ser viable tocar la puerta de un juzgado sin más, para preguntar cualquier inquietud que se tenga en mente. Los jueces y demás operadores de la justicia deberían estar preparados y muy enfocados en tratar a los usuarios de la justicia como sus clientes, haciéndolos sentir cómodos y libres de aprovechar ese servicio que se paga con los impuestos de los contribuyentes y que está ahí para ser utilizado por todos.

Los operadores de justicia deberían obrar bajo la lógica de que si prestan un servicio amable, oportuno y de calidad, más personas acudirían a la administración de justicia y empezaría a mejorar la percepción pública del sistema y eso llevaría, a su vez, a que la justicia recobre su legitimidad. Los operadores de justicia deberían obrar bajo el entendimiento de que la mayor parte los esfuerzos que se hacen para mejorar el sistema son en vano, mientras no se logre conectar a la justicia con la base de la sociedad, pues la reputación pública es el motor de su legitimidad. Los operadores de justicia deberían tomar consciencia de que es a ellos mismos a quienes conviene contar con una carrera judicial rigurosa y transparente, con exámenes de evaluación fuertes y con indicadores de gestión verificables por la misma ciudadanía, para dotar al sistema de la llamada accountability. Son los propios jueces quienes deberían entender que para conectarse con la sociedad hay que responderle a la sociedad y que para lograr esa anhelada legitimación, es necesario voltear todo el sistema para ponerlo de frente al ciudadano, quien tiene la triple condición de contribuyente, usuario y beneficiario de ultima ratio del bien pública que está tras el concepto de justicia.

Ahora bien, como la justicia es importante no solo por la justicia, sino por su relación directa con el desarrollo económico del país y con el deseo de tener una sociedad más igualitaria, la mejora de la justicia es un asunto que debería preocupar no solo a los jueces, sino a todos los colombianos.