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miércoles, 20 de enero de 2021

La forma en que los humanos tomamos decisiones ha sido ampliamente estudiada en las últimas décadas por psicólogos y economistas conductuales.

De acuerdo con sus investigaciones, los humanos tenemos dos sistemas o procesos cognitivos, que interactúan entre sí, para tomar decisiones: el primero, denominado Sistema 1, es un sistema intuitivo y “opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario” mientras que el segundo, denominado Sistema 2, es un sistema deliberado que “centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos” (Daniel Kahneman, Pensar Rápido Pensar Despacio).

Según estas investigaciones, el Sistema 1, intuitivo, rápido y automático, es el que utilizamos para tomar la mayoría de nuestras decisiones, mientras que el Sistema 2, deliberativo, lento y sistemático, lo utilizamos para tomar decisiones cuando el Sistema 1 tiene dificultades para resolver un problema.

Adicionalmente, el Sistema 2, al requerir un esfuerzo y energía mental, es perezoso y se rige por la ley del menor esfuerzo, de manera que toma el control en pocas ocasiones.

Todo lo anterior demuestra que el intuitivo Sistema 1 tiene un rol muy relevante en nuestra toma de decisiones. La pregunta que surge, entonces, es si el intuitivo Sistema 1, o el deliberativo Sistema 2, es el que preponderantemente utilizan los jueces al resolver un asunto.

Para resolverla, Chris Guthriet Jeffrey, J. Rachlinskitt & Andrew J. Wistrich, de la Universidad de Cornell (Blinking on the Bench: How Judges Decide Cases), efectuaron una prueba de reflejos cognitivos (CRT por sus siglas en inglés), a 252 jueces de circuito de la Florida, para determinar su grado de utilización del intuitivo Sistema 1 o del deliberativo Sistema 2.

Los resultados de la prueba arrojaron que los jueces escogieron, predominantemente, las respuestas incorrectas, pero intuitivas (dos tercios de los jueces respondieron una o más preguntas de forma deliberativa, y solo una séptima parte de los jueces respondieron todas las preguntas de forma deliberativa).

Lo anterior sugeriría que los jueces también están inclinados a aplicar el intuitivo Sistema 1 sobre el deliberativo Sistema 2. La utilización del Sistema 1 se incrementa, adicionalmente, cuando el juez tiene que tomar sus decisiones en un tiempo muy corto o de forma oral en una audiencia.

Lo anterior exige que el sistema judicial establezca elementos que permitan una mayor utilización del Sistema 2 en aquellos aspectos que sean necesarios para evitar errores judiciales.

Guthriet, Rachlinskitt y Wistrich sugieren, para ese efecto, implementar los siguientes simples recursos: a) Utilización de checklists para los jueces, b) Otorgar a los jueces términos razonables para poder decidir con el Sistema 2 y no solo con el Sistema 1, c) Obligación de los jueces, y no de sus subordinados (adición propia), de escribir las sentencias, lo cual implica, necesariamente, la utilización del sistema deliberativo en la argumentación de la decisión, y d) Retroalimentación periódica de pares.

Tal vez la reforma a la justicia que se requiere debería dar aplicación a estos trascendentales pero simples y prácticos elementos antes que volver a reinventar la rueda con nuevas cortes y supercortes que al final no tienen efecto alguno sobre la calidad de los servicios judiciales.