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miércoles, 18 de marzo de 2020

Debo decirle a quienes nos hemos dedicado al ejercicio de esta profesión en firmas de abogados que es nuestro deber moral aceptar que, en términos de calidad en la prestación de servicios legales, la gran mayoría de las firmas de abogados norteamericanas nos dan sopa y seco. La razón de esta diferencia la hemos empezado a entender con el tiempo y me aventuro a señalar por lo menos cinco diferencias que considero son claves:

Obsesión con el buen servicio. Nuestros colegas americanos tienen, como regla general, una obsesión con el buen servicio que se encuentra motivado por la amplia competencia entre las firmas, por los altísimos honorarios que cobran y porque no prestar dichos servicios de esa forma podría significar su hecatombe como empresa de servicios legales.

Cuidado extremo con la forma. El proceso de entrenamiento de un abogado junior empieza por una regla de oro inquebrantable: cualquier documento que salga de la firma debe estar perfectamente escrito, editado y sin ningún error de forma y/o de ortografía. Un correo electrónico mal escrito, y ni hablar de una sección de un contrato, es sinónimo de mala calidad. Punto. No hay excusas.

La revisión es a 100% y no a 95%. La gran mayoría de los abogados latinoamericanos, creo yo por la educación recibida, revisamos los temas en 95% y rara vez se revisan con el nivel de detalle y la rigurosidad de los americanos. Tener una reunión o una conferencia telefónica con un abogado americano para discutir algún tema es muy exigente por cuanto, usualmente, pedirán que cualquier análisis se realice hasta revisar en detalle el fondo del asunto.

Ser prácticos y enfocarse en los hechos y las soluciones. Existe un enfoque del caso en concreto, en los hechos, y no en consideraciones triviales sobre la teología o génesis de las reglas legales que se aplicarán en el respectivo caso. Ser práctico, a la hora de analizar un problema jurídico, es sinónimo de ser un buen asesor legal.

El “terrorismo legal”, es decir, infundirle temor a los clientes por medio de interpretaciones exageradas de las normas (las cuales pregonan algunos de nuestros colegas locales más prestigiosos con orgullo) no son generalmente bien vistos por nuestros colegas americanos.

Entendimiento del negocio y de los asuntos financieros. Lastimosamente, nos han inculcado una concepción totalmente equivocada de que lo legal corresponde a un mundo aparte del negocio de los clientes que asesoramos. Allá los buenos asesores legales deben entender perfectamente el negocio.

El entendimiento de las relaciones entre el negocio, lo financiero y contable con lo legal, hace parte del ejercicio de la profesión y es esencial para el mismo.

No me queda duda que la calidad del servicio de las firmas de abogados en Colombia se irá consolidando a medida que pase el tiempo y a medida que las nuevas generaciones sigan el ejemplo de las firmas de abogados norteamericanas, los abogados colombianos tengan la oportunidad de trabajar en el exterior y nuestras universidades logren preparar a los estudiantes de una mejor manera para ejercer el derecho privado y transaccional sin tanto formalismo innecesario.