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OPINIÓN

Opción para reducir el estrés en el flujo de caja

08 de febrero de 2023

Lina Londoño

Asociada Senior de Mendoza
Canal de noticias de Asuntos Legales

Para 2023 se prevé la refinanciación de diferentes proyectos en construcción debido a la devaluación del peso, la modificación en los esquemas de remuneración y la terminación de su etapa de construcción.

Los años 2021 y 2022 estuvieron marcados por un fuerte incremento en la inflación y en las tasas de interés del Banco de la República como medida de la política monetaria. Como consecuencia de lo anterior, el endeudamiento asociado al IPC y al IBR que tomaron distintas entidades del sector real y de servicios se ha encarecido, colocando a los deudores en situaciones de estrés de caja adicionales a las que ya se venían presentando como consecuencia de los efectos de la pandemia de covid-19.

En ese contexto, la refinanciación se presenta como la solución para liberar caja y atender necesidades de capital de trabajo e inversión mediante la revisión y ajuste de los términos de un contrato de crédito existente, de forma favorable al deudor en términos de tasa de interés, cronograma de amortizaciones, obligaciones de razones financieras u otros términos originalmente pactados.

En el sector de la infraestructura, para el 2023 se prevé la refinanciación de diferentes proyectos en construcción debido a la devaluación del peso, la modificación en los esquemas de remuneración (peajes) y la terminación de su etapa de construcción. En este último caso en particular, la refinanciación estará orientada a mejorar el flujo de caja de los concesionarios en atención a que ha cesado el riesgo de construcción.

Una refinanciación puede brindar a una compañía la posibilidad de mejorar su condición financiera mediante el reajuste en su flujo de caja, permitiéndole utilizar recursos previamente destinados al servicio de la deuda para atender necesidades de capital de trabajo o inversión. De igual forma, le permite reaccionar ante la modificación en su flujo de ingresos ocasionada por variables externas, al ajustar el cronograma de pagos o ampliar el periodo de amortización.

Sin perjuicio de los beneficios que pueden obtenerse de una refinanciación bien estructurada, se debe prestar atención a diferentes aspectos tanto de mercado, como internos del deudor, de forma que se pueda viabilizar la reestructuración de la deuda. Entre estos factores se encuentran, entre otros, los costos asociados (comisiones y honorarios); la disponibilidad de ofertas en el mercado; la posibilidad de constituir garantías adicionales en caso de ser necesario; la señal que puede dar al mercado la intención de realizar una refinanciación; los mayores costos del endeudamiento asociados a un mayor periodo de pago, y el efecto que la refinanciación tendrá sobre las finanzas de la compañía, entre otros.

En este tipo de operaciones, el acompañamiento de una firma especializada, bien sea al deudor o al acreedor, debe considerarse para la consecución de acuerdos sostenibles para las dos partes, que a su vez permitan manejar el riesgo de refinanciación por parte del deudor y las consecuencias que podría acarrear para la entidad financiera la materialización de un evento de incumplimiento en una operación de financiamiento estructurada.

En ese sentido, el acompañamiento legal comprende, entre otros, la identificación de nuevas estructuras de garantías, la actualización de los términos contractuales a la luz de los estándares internacionales que se han implementado para el manejo de este tipo de operaciones, y la negociación de los términos contractuales de forma que se alineen los intereses de todas las partes.

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