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OPINIÓN

El sapo y la princesa

05 de septiembre de 2016

Paula Vejarano

Dir. de litigios en Dentons Cárdenas & Cárdenas
Canal de noticias de Asuntos Legales

Como buen cuento de hadas, el príncipe hecho hombre gracias al beso de la princesa le propone matrimonio. Dicen que “vivieron felices y comieron perdices”, pero no sabemos a qué tan felices fueron, si tuvieron momentos tristes o duros, como cualquier matrimonio.

 Tampoco sabemos qué tan sabrosas estaban las perdices e incluso si comieron también pavo, carne o pescado, pero sí sabemos que el príncipe no volvió a ser sapo y que la princesa se arrepintió y fue perdonada por ser repelente, caprichosa y no haber cumplido su promesa inicialmente. 

El acuerdo final, no es un sapo para tragarse sino para besar esperando que se convierta en príncipe. Es “la apertura de un nuevo capítulo de nuestra historia. Se trata de dar inicio a una fase de transición que contribuya a una mayor integración de nuestros territorios, una mayor inclusión social, en especial de quienes han vivido al margen del desarrollo y han padecido el conflicto, y a fortalecer nuestra democracia para que se despliegue en todo el territorio nacional y asegure que los conflictos sociales se tramiten por las vías institucionales, con plenas garantías para quienes participen  en política”. 

Este nuevo capítulo, como el matrimonio que los Hermanos Grimm jamás nos narraron, estará lleno de ajustes, acoplamientos, desacuerdos en algunas cosas (como  es natural) y nuevas reglas de convivencia. Pero como toda transición es temporal. Piense usted en el principio de todo matrimonio, en como las parejas se redescubren con la convivencia y esos primeros años de dicha también se llenan de conflictos cotidianos para finalmente (en los casos más exitosos) llegar al  ocaso de la vida juntos en armonía. 

Besemos al sapo para que se convierta en príncipe, así sea uno que deja desorden en el baño o que refunfuña por las mañanas. El éxito está en que nos acostumbremos, príncipe y princesa, a convivir. Hagamos pactos, vivamos la transición y si no funciona como lo teníamos planteado ¡redefinámosla! 

Por lo  pronto démonos la oportunidad de escuchar y leer el Acuerdo. Así como en el cuento, nuestro sapo nos está tratando de convencer de besarlo para recobrar su forma humana, ya como humano podemos tratar de convivir mejor, lejos del estanque. Resulta esperanzador leer que exista un reconocimiento y sometimiento expreso a la Ley Nacional, la referencia expresa a la Ley 731 de 2002 además de resaltar el compromiso de género del Acuerdo nos muestra que el ordenamiento jurídico vigente no va a ser desconocido. De estar al margen de la ley a estar bajo el sometimiento de la ley. 

Lo demás ya lo veremos por el camino, está en manos de cada uno de nosotros en ejercicio de nuestro deber democrático. La princesa también debe dejar de ser consentida y remilgosa y asumir la responsabilidad de sus actos, aprender a votar con responsabilidad y a consciencia por sus representantes en el Congreso, senadores y representantes a la Cámara.  

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