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martes, 30 de septiembre de 2014

Es indudable el avance que ha tenido el país en materia eléctrica en estas dos décadas. El sistema fue capaz de sortear cuatro episodios de El Niño en ese lapso.  Considerando que el primer objetivo que le otorga esa Ley al Estado es el de abastecer a la demanda en condiciones adecuadas, grandes esfuerzos se han hecho para garantizar que el sistema cuente con los recursos de generación y transporte que aseguren la disponibilidad eléctrica, inclusive en los escenarios mas críticos; esto ha permitido, entre otras cosas, que hoy en día podamos exportar electricidad a Ecuador y Venezuela y esperamos poder hacerlo pronto a Panamá.  Se puede concluir que el objetivo se viene cumpliendo a cabalidad y con honores.

La misma ley prevé que las actividades relacionadas con el servicio de electricidad deberán regirse por siete principios entre los cuales voy a referirme al de adaptabilidad el cual “…conduce a la incorporación de los avances de la ciencia y de la tecnología que aporten mayor calidad y eficiencia en la prestación del servicio al menor costo económico”. Es necesario incorporar los avances en todos los ámbitos ya sea para mejorar las condiciones existentes o para anticiparse a futuras necesidades.  Existen múltiples ejemplos de la forma en que el sistema eléctrico se viene preparando y adaptando al cambio.  La recientemente aprobada Ley 1715 de Fuentes No Convencionales de Energías Renovables es una muestra de esta adaptación; pero no es la única.  Encontramos la amplia discusión acerca de los mecanismos de respuesta  de la demanda que permitirá a los usuarios tomar decisiones mas racionales sobre su consumo de energía. De igual manera se habla de las redes inteligentes que permitirán una utilización mas eficiente y sostenible de los recursos energéticos.

Sin embargo encuentro en todos estos ejemplos un común denominador de donde, a mi juicio, está el mayor reto del sistema eléctrico: la modernización, adecuación y fortalecimiento de las instancias de mercado. La interconexión con Panamá brinda una gran oportunidad para volver pensar en un mercado regional de energía eléctrica en el mismo sentido que se vienen integrando mercados en el MILA.  La vinculación de tecnologías de generación no convencionales requiere del mercado de corto plazo, una flexibilidad que hoy en día no tiene, que permita la gestión de la intermitencia propia de algunas de estas tecnologías. De la misma forma, para contar con una apropiada respuesta de la demanda es necesario que exista información de mercado completa y oportuna. 

En los últimos veinte años se han hecho ajustes al Mercado de Energía Mayorista pero en esencia se mantienen las condiciones planteadas desde el 94. Por otra parte, estudios recientes han evidenciado la imperiosa necesidad de actualizar los mecanismos de mercado, en particular los de contratación a plazo. La falta de estandarización de los contratos de energía imposibilita la existencia de un mercado secundario, abre espacio a mecanismos de contratación poco transparentes y hace difícil la gestión del riesgo, con lo que la búsqueda de precios eficientes y un entorno competitivo se ha convertido en la búsqueda del Santo Grial.  

Mientras tanto en el país el sistema financiero ofrece desde hace años soluciones concretas para enfrentar las necesidades de transparencia, gestión de riesgos e información oportuna que requiere un mercado eficiente. En particular, para el sector eléctrico, desde hace cuatro años existe Derivex y a pesar de las claras ventajas y oportunidades que ofrece, enfrenta grandes dificultades para convertirse en una alternativa. A pesar de los esfuerzos realizados, hoy en día el mercado eléctrico regulado (dos terceras partes del total) no tiene, en la práctica, acceso a Derivex por causa de una disparidad regulatoria en el tratamiento de dos herramientas equivalentes: los contratos bilaterales que son considerados válidos para realizar coberturas y los futuros estandarizados, que tranzan en un mercado público, competitivo, transparente y asegurados por una cámara de contrapartida, que no son considerados válidos.  Cuando se expidió la resolución que genera esta situación, los futuros sobre energía no existían, pero hoy están acá y deberían ser utilizados como una herramienta adicional.

El balance de las últimas dos décadas es positivo, pero las necesidades no son las mismas.  Hacia el futuro, asegurar el abastecimiento no es suficiente, es necesario buscar la sostenibilidad del sistema y esto requiere no olvidar que, tan importante como mejorar las máquinas, es mejorar el entorno en el que se desarrollan las interacciones económicas de los agentes.