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viernes, 21 de marzo de 2014

Muchos corredores -especialmente los novatos- desconocen la importancia de hidratarse correctamente, puesto que creen que no sudan lo suficiente o que su rutina de entrenamiento es muy corta. Pero la verdad es que desde que inicia la sesión, el cuerpo pierde líquido constantemente de acuerdo al esfuerzo.

Llega el momento en que se pierde velocidad al correr, que las piernas ya no responden como quisiéramos, que aparecen calambres y ya no sudamos lo suficiente. El culpable: la falta de una adecuada hidratación, que obliga -a pesar de estar entrenados- al abandono del entrenamiento o la competencia. La mala hidratación es uno de los errores más frecuentes de los deportistas, a pesar de que es fácil de prevenir.

Hidratarse es reponer los líquidos que el organismo pierde de manera natural al regular la temperatura del cuerpo. Cada célula, tejido y órgano necesita agua para funcionar correctamente y mantener un buen estado. Una mala hidratación puede acabar con meses de entrenamiento, pues afecta de manera directa el rendimiento físico y mental. La deshidratación lleva a la disminución del volumen de sangre y a que se torne un poco más espesa, lo que significa un aumento considerable en la frecuencia cardíaca.

Cuando el cuerpo se deshidrata, la producción de sudor también se reduce y la temperatura corporal aumenta, entonces, para combatir el sobrecalentamiento, el organismo trabaja más para enviar sangre a la piel con el fin de disminuir la temperatura y producir sudor. Por eso hay menos líquido en la sangre que lleva el oxígeno a los músculos, pulmones y otros órganos. Uno de los resultados es la fatiga prematura.

Para evitarlo, es recomendable ingerir bebidas que se digieran rápidamente con el fin de evitar la sensación de pesadez y malestar durante el ejercicio. Las bebidas con mayor contenido energético se digieren con mayor lentitud. Es importante hidratarse con agua natural o bebidas deportivas, incluso si se enfrenta un “simple” entrenamiento. Se recomienda también hidratarse con anterioridad suficiente para evitar la necesidad de ir al baño durante el entrenamiento o competencia. 

La cantidad de líquido a ingerir no se puede anticipar con exactitud pues la pérdida de líquido varía ampliamente según el individuo, la intensidad del ejercicio, la temperatura ambiental, la humedad, la ansiedad, etc.

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