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lunes, 26 de julio de 2021

Para el presidente Joe Biden, el poder y el crecimiento de China representan “una lucha entre sistemas políticos rivales, en la que sólo puede existir un ganador” y sostiene su Gobierno que a nivel global China no está interesada en la coexistencia sino más bien en la dominancia y de ahí que la misión de la política americana es quitarle el filo a tales ambiciones.

Esta premisa marca el contexto y muestra lo que será la política de la nueva administración en las relaciones con este país.

La frase de Biden muestra que la rivalidad, las tensiones y el malestar entre Estados Unidos y China trascendieron la administración de Donald Trump y fueron heredadas por esta última.

De ahí que este Gobierno se ha dado a la terea de diseñar una estrategia que comprende una serie de programas y medidas tendientes a contrarrestar la influencia geopolítica de la China.

En primer término, es digno de mención el plan de infraestructura “Build back better for the world”, anunciado por los EE. UU. y sus aliados en la pasada cumbre del G7 que busca contrarrestar el programa insignia de Pekín “One Belt, One Road” . A estas iniciativas nos hemos referido en muy recientes columnas-.

Además, Biden ha buscado frenar a Pekín a través de controles de exportación e importación, como respuesta a la represión y genocidio que China ha perpetrado contra la etnia Uigur en la provincia Xinjiang.

No obstante, es claro que el programa Build back better for the world”, así como las restricciones arancelarias que EE. UU. le ha impuesto a la China han sido insuficientes para frenar el crecimiento del gigante asiático quien además ha venido incrementado su presencia en los países Latinoamericanos de manera notable .

Jeremy Martin, vicepresidente del Instituto de las Américas, ha puesto de presente que China tiene cada vez más influencia en la región sur del continente americano.

Ha señalado en consecuencia que si EE. UU. realmente pretende contrarrestar el poder de China, debe dejar la indiferencia y desatención, que ha caracterizado su, hacia sus vecinos del sur, y adoptar planes de gobierno que le permitan afianzar su liderazgo comercial en la región.

En el mismo sentido ha resaltado The Economist que, “China seguirá siendo una fuerza dominante, ya que, actualmente, es el socio comercial más grande de varios países de América Latina”.

En contraste, con la indiferencia de EE.UU , China ha desarrollado una actividad muy intensa en la región y a propósito de la pandemia puso en práctica la denominada “Diplomacia sanitaria” para fungir como el “salvador” de varios países de Latinoamérica.

Según un informe de The Diplomat, China ha realizado donaciones significativas de vacunas a países como Venezuela, República Dominicana y Bolivia.

De otro lado, no pocos sectores de la economía de países latinoamericanos dependen de China, como es el caso del Ecuador que vende casi el 100% de sus exportaciones de petróleo a este país asiático.

Tal como se muestra el panorama geopolítico y económico, para contrarrestar el desarrollo de China EE.UU debe esforzarse por propiciar el fortalecimiento de a los países latinoamericanos política y económicamente. Así La Vanguardia de España, ha anotado que EE.UU. debe implementar una política exterior fuerte y clara hacia América Latina, mejorar sus relaciones diplomáticas, destinar fondos para controlar la pobreza y la violencia que sufren países como Guatemala, Honduras y El Salvador, entre otras estrategias.

El camino es claro y el futuro está cantado.