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  • El Economista - Ciudad de México

sábado, 29 de agosto de 2015

Lo anterior, se le suma al escándalo desatado en India, donde las autoridades de seguridad alimentaria comprobaron que sus tallarines tenían altos niveles de plomo.

En la demanda colectiva presentada en un tribunal federal en Los Ángeles, los querellantes afirmaron que representan a todos los consumidores de California de Fancy Feast, que no hubieran comprado el producto si hubieran sabido que estaba relacionado con el trabajo forzado.

Lo paradójico es que la protección de los derechos humanos aparece como uno de los principios corporativos de Nestlé.

Según la demanda, Nestlé trabaja con Thai Union Frozen Products PCL para importar 13.000 toneladas de comida para mascotas destinada a las grandes marcas vendidas en Estados Unidos.

Sin embargo, parte de la fabricación de los ingredientes de estos productos procede del trabajo forzado. Hombres y niños, a menudo objeto de tráfico de personas de las vecinas Birmania y Camboya, son vendidos a capitanes de barcos pesqueros que necesitan tripulación, de acuerdo con la demanda.

 Estas personas a veces hacen turnos de hasta 20 horas diarias, a cambio de una mínima o nula remuneración, y son golpeados, algunos incluso mueren, si el trabajo no se considera satisfactorio. “Al ocultar esto al público, Nestlé ha engañado a millones de consumidores para que apoyen y estimulen el trabajo forzado en cárceles flotantes”, manifestó Steve Berman, socio directivo del despacho de abogados Hagens Berman.

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