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  • Francisco Santos

viernes, 31 de mayo de 2013

En relaciones internacionales no hay amigos, hay intereses dicen los expertos. Sin duda eso fue lo que llevó al Presidente Juan Manuel Santos y a su Canciller a dar un viraje total en las relaciones con el régimen totalitario pro Farc de Venezuela.

En relaciones internacionales no hay amigos, hay intereses dicen los 
 
expertos. Sin duda eso fue lo que llevó al Presidente Juan Manuel Santos y a su Canciller a dar un viraje total en las relaciones con el régimen totalitario pro Farc de Venezuela.
 
 Santos, con tal de diferenciarse de Álvaro Uribe, buscó en Venezuela y en Cuba los aliados para hacer la paz y así buscar un Nobel por ello o hasta la Secretaria General de Naciones Unidas. Teóricamente una ecuación perfecta que por ahora tiene a las Farc y al gobierno sentados en una mesa de negociación.
 
El error en el cálculo, y lo vimos esta semana, es que estos dos países son aliados es de las Farc y no de la paz de Colombia o de la democracia colombiana. Si algo quieren el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro y sus secuaces cubanos son el éxito de las Farc en Colombia y la toma del poder de sus ideas a través de las armas o de cualquier otro medio.
 
Por eso Maduro y sus gorilas reaccionaron como lo hicieron con la audiencia que Santos le dio a Capriles. Este inaudito acto de dignidad democrática del gobierno colombiano, porque la verdad al reconocer a Maduro legitimó el robo de las elecciones como un instrumento en Venezuela y en esos otros países donde todos los poderes son apéndices del líder populista, le mostró el peligro de jugar con Santos a quienes lo tienen todo calculado.
 
Los Castro, el departamento Américas y sus aprendices venezolanos no pueden permitir un desliz en su estrategia de tener en el 2018 un líder populista en el poder en Colombia. Nuestro país y nuestro gobierno, el de Uribe y yo, fue una barrera de contención de ese cáncer populista que mata lentamente la democracia en nuestro continente. De ahí la aireada reacción pues Colombia es el objetivo y con las Farc, con Santos y con el proceso de paz la partida ya está bien avanzada.
 
 La jugada es simple. Primero, lavar la imagen y los delitos de las Farc a través de un proceso de paz con impunidad y elegibilidad. Segundo lograr la reelección de Santos y la caja de resonancia del Congreso para algunos altos dirigentes de la guerrilla. Tercero, lanzar un candidato que arrié las banderas populistas en el 2018 y que con financiación de los billones en dinero del narcotráfico de las Farc y de la corrupción en Venezuela (ya lo hicieron en Argentina y en México no lo podemos olvidar) se tome el poder para quedarse en esas elecciones.
 
 Las Farc, Maduro y los cubanos ya encontraron el Rafael Caldera colombiano que le abra las puertas a ese totalitarismo populista en Colombia. A Caldera se le puede excusar por su senilidad. Santos lo hace por vanidad y ansia de poder que ya nuestros enemigos la tienen medida. Saben que esa reacción es necesaria para aconductar a la ficha clave en este ajedrez y que los necesita tanto a ellos como ellos lo necesitan a el.
 
 Carter casi entrega centroamérica. Chamberlain casi entrega Europa. Caldera entregó a Venezuela y Santos va por el mismo camino. La historia recuerda es a Churchill, a Reagan, a Thatcher y va a hacer lo mismo con Uribe. Pero como vemos, la tarea en nuestro país y nuestro continente todavía no termina.
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