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  • David Jáuregui Sarmiento

viernes, 15 de septiembre de 2017

Algunas firmas tienen hasta 12 categorías dentro de su organización

Los bufetes de abogados, aparte de tener diferentes áreas de especialización también cuentan con escalafones en su interior, en los que los juristas tienen que ascender a través de los años para llegar a ser socios de las firmas.

En cada firma tienen su propio sistema de categorías, pero en general, en compañías como Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría, o en Godoy & Hoyos Abogados se ubican en planes de carrera de 12 niveles que, como explicó Juan Pablo Godoy, socio director de Godoy & Hoyos Abogados, “no es una camisa de fuerza, pues hay carreras más cortas”.

Sin embargo, en otros despachos como Garrigues, las jerarquías se trabajan desde ‘junior’, el primer escalafón, hasta socio, la categoría más alta, pasando por asociado, asociado sénior y asociado principal en el intermedio de los dos extremos.

En general, después de que un abogado termina sus estudios en una universidad, y ha pagado cerca de $16 millones por año de estudios, en una institución como la Universidad Externado de Colombia (en 2017), la guía de sus superiores en los bufetes influirá para hacerse ‘partner’ de la firma para la que trabaja.

“En las primeras categorías las funciones de los profesionales van dirigidas a la investigación y al fortalecimiento de habilidades técnicas, tales como conocimientos técnicos, análisis, síntesis, y comunicación”, explicó Javier Ybáñez, socio responsable de Garrigues para la América Latina.

Ybáñez agregó: en las posiciones de los socios “se espera que el perfil del abogado sea más integral, con funciones que incluyan el desarrollo de habilidades de gestión, como planificación y organización y orientación a resultados, haciendo énfasis en acciones que vayan dirigidas a la orientación al cliente, al mercado y a la marca”.

El tiempo que toman estos ascensos también varía de bufete en bufete y, aunque no es restrictivo, el promedio de tiempo que toma ascender en un esquema de niveles es de dos a cinco años, pero puede llegar a cinco.
“La formación es un aspecto fundamental del desarrollo profesional y personal de los abogados, y un medio por el cual garantiza la excelencia en los servicios que presta”, afirmó Ybáñez.

Pero no todo se trata de tiempo, sino también de las habilidades que los aspirantes a socios desarrollen en su experiencia laboral. “No solo es relevante su capacidad técnica, sino que también miramos a profundidad su manejo de clientes, habilidades de gestión de asuntos, relacionamiento y cualidades personales como parte de su evaluación”, explicó Tatiana Garcés, socia directora de Baker McKenzie.

Por eso, a pesar de que un abogado haga carrera y experiencia en una firma, los procesos pueden ser más cortos, pero todo depende de que en el camino pueda acceder a especializaciones o maestrías, que en algunas instituciones pueden llegar a costar desde $13 millones hasta $31 millones al año, respectivamente.

De la misma forma, los bufetes tienen programas de formación: “incluyen cursos internos anuales, hasta encuentros de abogados de diferentes especialidades”, concluyó Ybáñez.

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