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miércoles, 14 de marzo de 2018

El análisis enfatiza en que los capos de la droga colombianos ya no buscan un ejército privado que los proteja, sino que procuran conservar el anonimato.

Una nueva generación de narcotraficantes en Colombia fue denominada como “Los invisibles” por el centro de investigación InSight Crime, que presentó una nueva radiografía sobre ese fenómeno delincuencial en tiempos de paz, con la guerrilla de las Farc desmovilizada.

El análisis enfatiza en que los capos de la droga colombianos ya no buscan un ejército privado que los proteja, sino que procuran conservar el anonimato.

De hecho, Jeremy McDermontt, director Ejecutivo del organismo, señala que posiblemente la razón por la que Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, máximo cabecilla del ‘Clan del Golfo’, está todavía vivo es porque estaría viviendo casi como un guerrillero, de cambuche en cambuche en la selva.

“Nadie quiere ser un visible corriendo por su vida en una selva. Prefiere vivir tranquilo en El Poblado, en El Chicó, en las zonas ricas de las ciudades del país”, señaló. El “invisible” se viste bien, sin ser ostentoso, vive en un apartamento de clase media alta, parece un hombre de negocios respetable, sin llamar la atención.

De acuerdo con esta caracterización, hay dos tipos de narcos ‘invisibles’: Uno que lleva años en el negocio, que sobrevive manteniéndose fuera del radar, y el “narco hijo”, que nació en el negocio, aprendió del padre e incluso del abuelo. Ambos serían parte de un primer nivel de la estructura del narcotráfico en el país, junto con otros identificados como ‘Otoniel’, o los disidentes de las Farc Géner García Molina, alias ‘Jhon 40’.

Estos invisibles dependerían de la tercerización de las redes que ocupan los niveles dos y tres de la estructura del narcotráfico, es decir, las estructuras como Los Rastrojos, Los Puntilleros, la Cordillera, La Empresa, La Oficina de Envigado y las disidencias de las Farc; seguido de las redes de sicariato, especialistas en lavado de dinero y las pandillas callejeras.

Por ejemplo, para InSight Crime, Luis Agustín Caicedo Velandia, alias ‘Don Lucho’, capturado en 2010 en Argentina, era uno de los narcos con este perfil de ‘invisible’ pues por más de 15 años fue un gran capo y su nombre no figuró en medios sino hasta su captura. Era el gran patrocinador de Daniel ‘El Loco’ Barrera, quien sí tenía figuración internacional.

Otro invisible sería José Bayron Piedrahíta, quien está a la espera de ser extraditado a Estados Unidos, y quien ha sido vinculado con el narcotráfico desde la época del cartel de Cali. “Había mantenido su invisibilidad por mucho tiempo, pero una mención en la Lista Clinton en 2016 lo había puesto en el radar de las autoridades. Para volver a la sombra, parece que llegó al extremo de sobornar a un agente estadounidense”, dice el informe.

Y este invisible hace parte del panorama actual del narcotráfico en Colombia que, según InSight Crime, actualmente produce hasta 1.000 toneladas de cocaína por año. “Hoy en día, el comercio de cocaína en Colombia está más boyante que nunca, la producción ha llegado a niveles récord, y se están explorando nuevos mercados internacionales”, señala el documento.

De acuerdo con este análisis, los narcos colombianos le han cedido a los mexicanos el mayor mercado mundial, es decir, los Estados Unidos por ya no ser rentable y sí representar un riesgo de extradición y de interdicción. Ahora, el atractivo sería Europa, “donde un kilo de cocaína vale más de US$35.000, o China (US$50.000) o Australia (US$100.000)”.

Sin las Farc presentes, hay un vacío de poder en el centro del comercio de drogas colombiano y un aumento de la violencia en ciertas áreas que anteriormente estaban bajo su control como Nariño y Chocó.

No obstante, para InSight Crime, hay toda una mafia de exFarc que llama la atención. Está compuesta en primer lugar por las disidencias de la guerrilla, como aquella del Frente Primero que lidera Néstor Gregorio Fernández, alias ‘Iván Mordisco’, que tendrían actualmente cerca de 800 hombres en Guaviare, Meta, Caquetá, Guainía, Vaupés y Vichada.

A esto se suma lo que la organización llama “Farcrim”, que son exintegrantes de la guerrilla que continuaron con sus actividades criminales en áreas donde siempre habían operado, para su propio beneficio. Se trataría, por ejemplo, de las autodenominadas “Gente del Orden” en Nariño.

Y, finalmente, está lo que InSight Crime llama “las Farc ocultas” y que corresponde a los milicianos y redes criminales de las Farc que no se habrían desmovilizado, como la milicia Bolivariana, la milicia popular y el PC3, la estructura política clandestina de las Farc.

“Según esto, falta contabilizar unos 18.000 milicianos. Creemos que algunos de los miembros de estas “FARC ocultas” siguen siendo leales al movimiento y hacen parte de un “Plan B” que los guerrilleros pusieron en marcha antes de rendirse. Fuentes de la guerrilla han hablado de hasta 1.200 combatientes, con acceso a armas ocultas, que estaban (y tal vez todavía están) dispuestos a reanudar la lucha armada si el Gobierno no cumple con su parte del acuerdo de paz, o si los líderes de las FARC llegan a ser víctimas de amenazas de asesinato sistemáticas. Las fuentes señalan que Hernán Darío Velásquez, alias ‘El Paisa’, estaba a cargo de esta unidad y de sus posibles acciones”, dice el informe.

Y en este panorama, para InSight Crime, el gran ganador es el ELN, organización que podría potenciar su actividad de narcotráfico tanto en la costa Pacífica como en la frontera con Venezuela.

¿Qué puede pasar?

1. “Si la implementación de los acuerdos de paz con las Farc cojea, y si no se imprime mayor energía y suficiente inversión en las zonas donde las Farc tuvieron influencia, habrá un reciclaje de las economías criminales y de los antiguos guerrilleros”.

2. “Entre menos atención se les preste a los disidentes, más se fortalecerán las Farc ocultas y más logros obtendrán las Farcrim”.

3. “A medida que continúa el asesinato y la captura de importantes narcotraficantes, “Los Invisibles”, que toman mayor liderazgo en el comercio, mejorarán cada vez más y se ocultarán, por lo que será cada vez más difícil identificarlos”.

4. “La tasa de homicidios continuará descendiendo, aunque aumente la corrupción. La cuarta generación seguirá privilegiando la “plata” en lugar del “plomo””.

5. “El narcotráfico se va a convertir cada vez más en un negocio de cuello blanco, y es posible que disminuya el rechazo social a los traficantes. Se presentarán casos como el de Sebastián Murillo Echeverry, alias ‘Lindolfo’, arrestado en febrero de 2018, un narcojunior que logró casarse con una top model y fue aceptado en la alta sociedad de Medellín”.

Entrevista a Jeremy McDermontt, director ejecutivo de Insight Crime

¿Cuáles son las conclusiones del informe?

Tenemos que reconocer que con la salida de las FARC, la historia del crimen organizado y el narcotráfico ha arrancado un nuevo capítulo. Ojalá esta vez podamos identificar y no solo reaccionar a las nuevas caras del crimen organizado. ¿Qué hemos visto estudiando esta cuarta generación que yo llamo ‘Los Invisibles’? Que la fragmentación del crimen organizado en Colombia ya está continuando. No hay un grupo ahora que tenga un alcance nacional, hay muchos grupos fragmentados, pero detrás de ellos hay un grupo de narcotraficantes invisibles muy poderosos que están dirigiendo.

Tenemos que recordar que Colombia en este momento está exportando más cocaína que nunca. ¿Quién lo está haciendo? ¿Por qué no hemos podido identificarlos? La nueva cara es más plata que plomo y con esto viene más corrupción. Mi temor es que no estamos concentrándonos en este tema sino, como siempre, en el eslabón más bajo de la cadena.

¿Se cambió el perfil del narcotraficante?

Sin duda. Hay un aprendizaje criminal. Hay dos tipos de invisible: los que han estado en el negocio por décadas pero bajo del radar y los ‘narcojuniors’ que han aprendido de sus papás, que han asistido a los colegios bilingües de Medellín, Cali y Bogotá y que están aplicando una visión de negocio sobre el narcotráfico. Ellos no van a tocar nunca un kilo de cocaína, mucho menos una pistola. Ellos están organizando el negocio de forma transnacional buscando maximizar sus ganancias.

¿Tienen identificados nuevos invisibles?

Estamos en investigaciones en eso y yo no voy a mencionar ningún nombre.

¿Se está produciendo más de 1.000 toneladas de cocaína?

Naciones Unidas están trabajando en una escala y tiene la cifra de 866 toneladas para 2016. El año pasado visitamos más de 50 municipios del país y vimos mucha más coca que lo que dicen esos estudios. Es muy difícil lanzar números pero nosotros creemos que, por lo menos, 1.000 toneladas de cocaína se están exportando al año.

¿Programas como la erradicación forzosa de cultivos ilícitos están funcionando o son un fracaso?

Uno no puede decir que es un fracaso, pero sí que no ha podido contener ni reducir en este momento los cultivos de coca y la respuesta debe ser integral y no es solo la erradicación. Tenemos que pensar en otras maneras de atacar los varios eslabones de la cadena del narcotráfico.

¿El ELN tiene capacidad de convertirse en un cartel?

No. La época de los carteles ya se acabó. Lo que creo es que el narcotráfico va a intentar seducir todavía más al ELN para proteger y regular el negocio en sus áreas de influencia. Hemos visto que hay una criminalización de algunos elementos del ELN en Chocó y Nariño, pero no se puede decir que los ‘elenos’ son un cartel de droga.

¿Hay riesgo de que el narcotráfico permee las elecciones?

Me tiene preocupado que este tema no está por ahora en la agenda presidencial y no hemos visto de ningún candidato una estrategia seria, profunda y considerada para enfrentar lo que, para mí, es la primera amenaza para la paz de Colombia.

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