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miércoles, 17 de noviembre de 2021

No cesa la preocupación mundial por el calentamiento global. En la reciente COP26 se insistió en que una causa eficiente del cambio climático es el empleo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). A la excesiva producción de dióxido de carbono y metano, que se sabe son gases de efecto invernadero, se le atribuye la responsabilidad de una potencial catástrofe ambiental.

Por ello se urge en la comunidad internacional, avanzar en la transición energética hacia las energías renovables, así como eliminar los subsidios a los combustibles fósiles. Al parecer los países desarrollados se comprometieron a apoyar en materia económica, a los países en vía de desarrollo como el nuestro, para el logro de las metas fijadas que son ambiciosas.

Llama en todo caso la atención que tras la desaceleración económica por la pandemia del COVID-19, no se hayan disminuido significativamente las emisiones diarias de CO2 y haya sido una variación mínima la que se registró durante los confinamientos de la población mundial. Como curiosidad, puede mencionarse que las concentraciones de dióxido de carbono subieron durante 2019 y continuaron subiendo durante 2020.

Los expertos hablan de la necesidad de que pasen muchísimos años para que desaparezcan de la atmósfera los mencionados gases nocivos de larga duración. Sin embargo, en la COP26 se aspira a que, en el 2030, se hayan reducido al máximo y en algunos casos eliminado el uso de los combustibles fósiles. Ello implica un cambio absoluto en la industria, la producción de energía y los sistemas de transporte.

Lo que sí parece ser un hecho, es el compromiso en esta cumbre para abandonar el uso del carbón como energético, especialmente por aquellos países que hoy son sus grandes consumidores. Así mismo, se generó una alianza entre Irlanda, Francia, Dinamarca y Costa Rica para promover la finalización de la exploración de petróleo y gas a nivel nacional, en una fecha determinada. Otro frente de lucha importante contra este problema, allí discutida es eliminar la deforestación. Nuestro Presidente se comprometió a que para 2030, Colombia habrá llevado la deforestación a cero. Igualmente, a tener el 30% de nuestro territorio como área ambientalmente protegida.

Lo cierto es que lo único aparentemente posible es lograr aplanar la curva de crecimiento de las emisiones, para luego ver cómo empezar a disminuirlas hasta llegar a la neutralidad. Un proceso largo y dispendioso, que algunos países consideran muy costoso, y otros no tanto y bastante probable. Por ello, se ha fijado el año 2050 como meta para lograrlo.

Oyendo por estos días a la Dra. Julia Miranda en una conferencia sobre Cambio Climático, decía que las crisis de la humanidad son hoy el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la pandemia, y todas ellas nos podrían llevar a la extinción de la vida en el planeta, incluyendo la especie humana. Ella señalaba que alcanzar la meta en 2050, de lograr una convivencia armoniosa con el planeta, dependerá de soluciones fundadas en la naturaleza misma. Por ello, la conservación de los ecosistemas puede dar paso a ese mejoramiento de las condiciones actuales del planeta.

Para ella, la naturaleza es la mejor aliada para solucionar los problemas, si la dejamos. Obviamente la naturaleza sola no puede, hay que hacer modificaciones en la forma como hacemos ciertas cosas en el diario vivir, para no llegar a un punto de no retorno. Su mensaje es que la solución al cambio climático nos compete a todos, y compartimos su visión.