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OPINIÓN

¿Por qué un médico no opera a su mamá?

04 de marzo de 2025

Alejandro Cárdenas Villa

Experto en Planeación Patrimonial en Dentons Cárdenas & Cárdenas
Canal de noticias de Asuntos Legales

Las empresas de familia deben aprender de la norma que impide a médicos operar familiares.

El Dr. Jorge Herrera tenía 20 años de experiencia en cirugía cardiovascular. Había operado cientos de pacientes con precisión milimétrica. Su historial era impecable hasta el día en que su madre llegó a la clínica con un problema grave en el corazón. “Déjenme operarla”, insistió. Él conocía mejor que nadie su historial, confiaba en sus habilidades y no podía imaginar dejar a su madre en manos de otro cirujano.

La cirugía comenzó sin contratiempos, pero durante el procedimiento su mente se nubló. Lo que era rutina, se convirtió en pesadilla. Decisiones tomadas con más emoción que razón y la cirugía salió mal. Días después, confesó: “No podía pensar con claridad. No era un médico operando a una paciente, era un hijo intentando salvar a su madre.”

Los médicos no deben tratar familiares. No es falta de capacidad, sino el sesgo emocional. Esta regla existe hace siglos y se recomienda en los colegios médicos mundialmente. No es burocracia, es por protección.

Evitar decisiones sobre familia no es exclusivo a la medicina. Ha sido una norma en múltiples ámbitos durante siglos. Desde el derecho romano una persona no está obligada a testificar en contra de un familiar para evitar dilemas de lealtades que facturan vínculos. Los funcionarios públicos tienen prohibido contratar a parientes para prevenir la corrupción. Un juez debe declararse impedido si un caso involucra a un familiar porque el riesgo de imparcialidad, aun inconsciente, es muy alto. Y en la psicología se desaconseja atender a familiares por la carga emocional que puede distorsionar el tratamiento y perjudicar a ambas partes.

Estas reglas no existen por capricho, sino porque está comprobado que la cercanía familiar puede nublar el juicio, comprometer la objetividad y generar consecuencias irreversibles en la relación. Sin embargo, esta medida de protección no es estándar en las empresas de familia, dejando a las familias en un constante conflicto de interés que puede afectar negativamente a la familia, a la empresa o a ambas.

Como miembro de junta y asesor de estas empresas, nunca entiendo por qué las familias insisten en ponerse en esta difícil y peligrosa situación. No solo es el riesgo de tomar una mala decisión, sino también el riesgo que la persona sobre quien se decide perciba injusticia por su propia falta de objetividad y el riesgo de la opinión de otros miembros de familia sobre el asunto. ¡Una gran mina de riesgos!

Las familias empresarias deberían aprender de la medicina y los demás ámbitos. No se trata de excluir a los familiares del negocio, sino de compartir con o delegar a personas imparciales ciertas decisiones críticas. La contratación, evaluación, compensación, promoción y posible despido de un familiar deben contar con la participación de terceros como, por ejemplo, miembros independientes de junta o asesores especializados en la materia.

¿Por qué hay familias que se ponen en esta arriesgada situación? Porque creen que la experiencia tomando decisiones difíciles sobre el negocio sirve para tomar decisiones difíciles sobre sus familiares. Gran equivocación, lo mismo le ocurrió al Dr. Herrera creyendo que sus décadas como cirujano a personas con quienes no tenía un vínculo emocional le servían con su familia. Había técnica, pero no objetividad.

Nota: La historia del Dr. Herrera no es real, pero está basada en casos documentados de médicos que han cometido errores al operar a familiares.

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